Aceptarse no es rendirse, aceptarse es vencer.
Es un triunfo más allá de lo que esperan de nosotros.
Es el heroísmo con mayúsculas.
Es imponerse a los temores, a las inseguridades y a ese que dirán que subyuga.
Es mirar el vaso sin importar la altura de la marea.
Es divisar costa tras sobrevivir a la tormenta.
Es la recompensa esperada de la que nada sabíamos.
Es dar con la fortaleza oculta, con el elixir que nos cura.
Es una llama que de chispa se convirtió en el hogar que nos conforta.
Es conectar lo que fuimos con el que seremos.
Es dejar atrás las tinieblas y convertirse en fuente de luz.
Es mirarse al espejo y reconocerse en cada detalle.
Aceptarse no es rendirse, es encontrar la pieza que faltaba para descubrir la maravillosa persona que vive en ti.
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