Era un día cualquiera en su vida, todos los días tenía que coger el maldito ascensor, vivía en un séptimo, le gustaba estar en lo más alto, pensar que rozaba el cielo o simplemente su constante obsesión de vivir en las nubes.
Pero hoy el día era diferente, hoy era consciente de que no se podía llegar a las nubes, de que no podría llegar a ese cielo y encima tendría que coger el maldito ascensor.
Esa tarde tardó más de lo normal, las tardes vacías de verano se le hacían eternas, el calor era insoportable y no había muchas opciones así que se dirigía hacia su casa.
En el camino a casa disfrutaba de cada segundo, le encantaba ponerse la música y empezar a cantar, su mente imaginaba historias surrealistas, creo que llegaba a olvidarse de todo, era un momento feliz, era una de sus nubes.. Hasta que llegó al ascensor..
Fue como de costumbre, primero abrió el buzón y no encontró nada y después se montó en el ascensor pero de repente el ascensor se paró y allí empezó la historia... ¿Que cómo se sentía?
Al principio fue aliviador, pensó, por lo menos hoy ha pasado algo emocionante en mi vida, tendré algo que contar a mis amigos, además así tengo tiempo para pensar en mis cosas sin que nadie me moleste y lo más importante tengo mi música.
Así que decidió sentarse en el suelo y ponerse a pensar, de repente vinieron a su cabeza montones de imágenes, porque cuando te pones a pensar vienen tantas cosas a la memoria que no sabes con que empezar, en este momento ella sabía perfectamente en que quería pensar pero empezó a agobiarse, el ascensor cada vez le parecía más pequeño, la luz perdía intensidad, tenía un espejo bastante grande que le hacía recordar algunos momentos, la experiencia cada vez le absorbía más, estaba ensimismada en ese pequeño espacio, sufriendo y disfrutando a la vez deseando que realmente nadie le sacara de allí. Su alma gritaba: ¡No me quiero enfrentar!
El pitido de batería baja en su mp3, le hizo darse cuenta de que habían pasado dos horas, su entretenimiento le estaba empezando a cansar, necesitaba gente a su alrededor que le mostrara la realidad pero ella seguía soñando, porque cuando algo se desea tanto la mente juega con nosotros, no paraba de hacerse preguntas, siempre había sido muy indecisa, le costaba decidir, siempre pensaba en todas las posibilidades, tanto las más fantasiosas como las más catastróficas y no podía entender las situaciones intermedias. Estaba empezando a delirar, buscaba realmente señales que le llevaran a la verdad pero todo era muy confuso, sus sentimientos cada vez más intensos y sus ganas de abandonar le hacían sentirse aún peor..
De repente oyó la voz de alguien.
-Hola, ¿Hay alguien ahí?, Ahora mismo la sacamos, no se preocupe.
Deslizaba la fantasía hasta su fin, tendría que salir de aquél ascensor y enfrentarse a la realidad, entonces fue cuando se levantó, se pintó en el espejo, la puerta se abrió y salió con su mejor sonrisa.
Era un día cualquiera en su vida. Mañana tendría que volver a coger el maldito ascensor .
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