Aceptando la el influjo de la luna en mi

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Estoy en el teatro, soy la protagonista de mi propia obra de teatro, a lo lejos veo el público, son mis amigos que me quieren y me apoyan, son mis amigos los que viven en Bilbao y en otras partes del mundo. A ratos me aplauden, muy a menudo están callados, a ratos hacen comentarios, muy a menudo están en sus vidas, se giran para estar a lo suyo, de hecho, ellos están viviendo su vida y a ratos se asoman a la mía para ver como voy, lo hacen especialmente cuando oyen ruido, o en ocasiones especiales. En general, estoy yo sola, declamando en el teatro, me siento sola, me siento una guerrera, estoy exhausta.  

Yo les quiero, se que ellos, como pueden, me quieren también. No quiero molestarlos, no quiero obligarles a estar conmigo, lo que quiero es que sean felices a mi lado, y si no soy ellos, lo que quiero es gente alineada conmigo y contenta de estar a mi lado.

En el teatro la luz se hace mortecina. Yo estoy agotada y me siento, sin darme cuenta, una lagrima cae de mi ojo, es una lágrima furtiva, yo no me permito llorar, pero estoy cansada y ya no tengo fuerza para mantener la máscara.

- ¿Por qué lloras? - Me dice una voz infantiloide, mientras noto que una mano tímida, cálida y con ciertas asperezas me acaricia, retirando la lágrima de mi cara.

- Porque no tengo amigos. - Respondo.

- Y ¿nosotros? - Me pregunta esa misma voz.

Esa pregunta me sacude como un rayo y me recorre de arriba abajo. Un entendimiento se empieza a abrir paso en mi mente y sobre todo una calidez en mi corazón.

Todavía con la mente algo confusa, pregunto a la voz:

- Pero, ¿sois reales? Me han dicho siempre que sois producto de mi necesidad de escapar de este mundo, me han dicho siempre que sois producto de mis terrores nocturnos.  

- ¿Tu me sientes? ¿no son tus sentimientos siempre reales? - Me pregunta la voz.

Ahí sonrío, me siento pillada con las ideas que siempre estoy declamando al mundo, mis sentimientos son reales y meritorios de ser aceptados.

- Déjame conocerte. -Pido a la voz.

La luna sube y poco a poco voy viendo a mi alrededor. Todo lo que veo son monstruos. Me asusto un poco y me centro en mi respiración, dentro, amor; fuera, amor. Y el simple hecho, esa simple disciplina me mantiene anclada en el momento.

- Pero, sois monstruos. - Comento confusa.

- Somos lo que somos, es tu mente y las creencias de la sociedad las que dan significado a nuestra presencia. - Responde la voz.

- ¿Tu crees que ser un monstruo es malo? - Pregunta la voz.

- Realmente no, para mi monstruo es sinónimo de especial, diferente, tal vez poco comprendido, fuera de la norma desde luego. - Respondo.

- Lo que ocurre es que me han enseñado que todo ello no es positivo. - Añado.

- ¿Por qué te criticas? ¿Por qué te miras con los ojos del resto? - Pregunta la voz.

Suspiro, no me había dado cuenta de toda la tensión que tenía acumulada.

- Así pues, un monstruo es solo un ser que no sigue la norma establecida por lo que alguna gente cree que es normal. - Me digo.

- Para mi un monstruo son seres que han aceptado su autenticidad y se comparten. - Termino de comentar.

Me fijo en mi compañero, en el ser infantiloide que se ha acercado a mí y veo un ent infantil, con grandes ojos, el mismo gran corazón que los adultos, y permitiéndose ser curioso y que esa curiosidad y compasión que les es innata es quien ha conseguido conectar conmigo.

Miro a ese ent y entiendo, miro a ese ent y abro mi corazón, miro a ese ent y lloro, de alegría, de saberme en casa, miro a ese ent y lloro de estar entre los míos y de aceptar esa parte mía también.

Miro al ent y nos abrazamos, nos acunamos mutuamente y nos dejamos caer en la hierba mullida que nos da cobijo. Y me dejo dormir, me relajo, y me dejo mimar. Me relajo, mi respiración se hace más tranquila y noto como mi cuerpo se está mimetizando con el ent. Las partes de mi ser que son ent, se están activando. Y me siento bien.

Entre sueños, soy algo consciente de los cambios que se producen en mi. Poco a poco voy saliendo de esas brumas del sueño, como cosa interesante, soy más consciente de lo que pasa en el bosque a mi alrededor al igual que en mi interior.

Poco a poco me desperezo, poco a poco me enderezo y veo como delante de mí hay un fuego y mis amigos los monstruos, o amigos que no siguen la norma establecida, como prefiero llamarlos a partir de ahora. Mis amigos, estan el en fuego y me siento invitada a unirme. Antes, me giro a mi amigo ent y le pregunto:

- ¿Cual es tu nombre?

Oigo una sonrisa que anticipa una sorpresa y mi amigo me dice:

- Soy Viviana. - Y me guiña un ojo. - Viviana come bicho muerto - Añade.

 

Y un estremecimiento de reconocimiento me recorre por la espalda.

- Si Maria, estamos aquí por y para ti. - Me responde Viviana.

Olas de amor y de reconocimiento me inundan. Tras unos segundos que parecen siglos, me repongo un poco. Viviana es el nombre de mi madre espiritual y de la niña de mi corazón a la vez.

Respiro mientras me siento en el fuego. La luna y las estrellas nos alumbran. Miro a mi alrededor y todo lo que veo son seres que no siguen la norma establecida. Y todos ellos quieren conectar conmigo.

Viviana me da la mano, y su presencia me tranquiliza y me permite mantenerme presente y abierta a lo que está sucediendo.

- Mírate a ti, deja de mirarnos a nosotros. - Me dice una voz que no identifico.

Sorprendida, me acuerdo de que mi trabajo, mi prioridad es conectar conmigo.

Miro dentro y me veo, como una nebulosa que conecta, me centro mas y veo una piedra, un cuarzo rosa, anclado en la tierra. Y brillo, con luz que viene del suelo, del cielo y luz que entra también por los laterales. Me acepto.

 

Feliz luna nueva amigos < 3 


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