La envidia es, primerísimo que nada, un pecado capital, y un poquito más abajo, aunque arde mucho más, un sentimiento toxico que corroe las entrañas de las personas como si fuera el ácido más fuerte. La envida se experimenta al desear algo que posee otra persona, ya sea un bien material, alguna cualidad física, o mental. Es importante detectar en nosotros que se tiene este sentimiento de envidia, para poder enfrentarla y no dejar que crezca, para que no nos venza al final del camino, hay que esforzarse por domesticarla y controlarla.
Normalmente la envidia surge de la ventana de la vista, cuando vemos algo que nos gusta y que nos gustaría que fuera nuestro, puede ser lo que sea, un bonito automóvil, la casa del otro, los rasgos físicos, la persona que tiene de compañera, etc. Marrullera como es la envidia, brinca en el instante menos pensado, y de allí puede ir corroyéndonos en nuestro interior, y la verdad sea dicha, no es sano sentir tanta envidia por algo que nosotros no podemos tener, o algo que no hemos alcanzado, esto además nos puede crear otro tipo de sentimientos, el resentimiento o la ira, nomás para empezar.
La peor de todas las envidias es cuando tratamos de ser, de convertirnos en la otra persona, porque deseamos ser esa persona, a esto se le llama envidia existencial, emularla, no solo la imitamos, sino que queremos ser él o ella y eso es imposible, tan sencillo como que si tratas de imitar completamente al otro vas a fracasar, cada quien tiene sus propios talentos. Nos puede orillar hasta cometer cosas terribles, como hacerle daño por la frustración. En la película de Mozart se puede ver como la envidia que le tenía el otro músico de la corte del rey de nombre Salieri, al verse opacado por el talento y las habilidades de composición del genio Mozart, con el pretexto de ayudarlo le manda una sirvienta a su casa para que por medio de ella administrarle veneno en pequeñas dosis y así irlo matando poco a poco, todo por envidiarle sus talentos natos y su facilidad de composición musical.
Algunas personas hacen uso de una frase “te tengo envidia de la buena”, esto es una contradicción, ya que la envidia siempre es toxica y corrosiva, así que dentro de los términos es como decir enfermedad sana, y pues no, no puede ser. Se debe de decir te admiro y esto si es sano, admiro tus logros, tu talento, tus cualidades para hacer esta o aquella cosa, eso sí es creíble y bien dicho. Es como admirar a un artista como profesional, como cantante, reconocemos lo extraordinario que es, pero no lo envidiamos.
Desde la escuela nos fomentan la envidia, cuando los maestros nos comparan entre compañeros, y puede ser que no lo hagan con mala intención, pero al final están creando envidia, al decirnos frases como: ya viste las calificaciones que sacó este niño o esta niña, tu deberías también de sacar estas buenas calificaciones, y otras frases por el estilo, que al mencionarlas están supuestamente estimulando para que nos esforcemos y saquemos la casta, pero a la vez están creando sentimientos negativos hacia la otra persona, ¿porque digo que es un error? porque cada quien tiene capacidades, inteligencia, memoria, creatividad, que lo ayudan a obtener estas notas y el otro tiene las suya propias. Poner al otro como ejemplo no crea muchas veces estimulación, sino auténticas crisis de autoestima. Esta tendencia a comparar no es positiva.
En mucha literatura se menciona la envidia, es como una constante, es más desde la biblia, en el pasaje en que Caín mató a su hermano Abel, porque le enloqueció el saber que Dios había preferido los sacrificios que le ofreció Abel, al sentirse menos, tomó una mandíbula de animal y lo golpeó fuertemente en la cabeza, hasta matarlo. Podemos mencionar a muchos autores dentro de la literatura como William Shakespeare, Rene Descartes, Aristóteles, y otros más. Estos mencionan el sentimiento de la envidia, a la que han citado en muchas de las novelas, quizás no explícitamente, pero de acuerdo a las características y desenvolvimiento de los personajes, podemos distinguir la envidia en su convivencia con otros personajes.
Algunos estudiosos del tema consideran la envidia como un motor para superarnos y esforzarnos más, creen que al desear las cosas de los demás esto nos mueve para nosotros también conseguirlas, al desear lo de los demás puede servir como modelo a seguir para obtener bienes materiales o talentos que no habíamos desarrollado. El anhelar lo que los demás poseen o tener una vida similar a la de otros es una clara muestra de que la persona es insegura y egoísta. Este profundo sentimiento negativo generalmente lo podemos observar en nuestro grupo familiar o amigos, vemos a personas que nos rodean que no son capaces de disfrutar de los buenos momentos, en la vida de otros.
Las personas que sienten envidia de forma constante padecen una gran frustración, lo cual puede desembocar en depresión. Este sentimiento se asocia a una baja autoestima, al miedo o inseguridad, así como a la depresión, además no podemos olvidar de que la envidia nunca viene separada de emociones tan negativas como el rencor. La envidia es aquello que se siembra en el corazón por falta de logros personales… cuando una persona progresa, alégrate de sus frutos y veras como mañana con esfuerzo conseguirás el doble.
Hay que tratar de vivir sin la envidia, si vemos a alguien que le está yendo bien, felicitarlo y además de mejorar nuestro propio estado de ánimo, nos ayudará a hacer amigos. Intentar mandar mensajes de elogios, nos hará sentir mucho mejor. Preguntarle el secreto de su éxito, lo creas o no, obtendremos tips bastantes interesantes que nos servirán en su momento.
En lugar de desperdiciar nuestro tiempo y energía en estar al pendiente de lo que los demás están haciendo, usar esos sentimientos negativos como combustible para empujar a cumplir nuestros sueños. La buena noticia es que si los demás están alcanzando el éxito, significa que nosotros también podemos hacerlo. Ellos no tienen poderes mágicos. He tenido la oportunidad de conocer gente exitosa y me he dado cuenta de algo: la gente exitosa no es envidiosa. Están ocupados trabajando en sus propias metas, no tienen tiempo de resentirse por los logros de los demás. Incluso les echan porras a las otras personas admiten que hay mucho campo para todos los emprendedores. Dicen que el hecho de que una persona logre algo no quiere decir que te quite la oportunidad a ti.
Chiste del envidioso, van en un carro el papá y el hijo, el papá le pregunta al hijo ¿qué quieres estudiar de grande? el hijo responde “pendejo”, y el papá espantado le dice, pero ¿porque? El hijo contesta pues tu siempre estás diciendo: “mira ese pendejo que carro tan bueno trae”, “mira ese pendejo la casa que tiene”, “mira ese pendejo la vieja que trae”. Quiero ser pendejo por eso, y no es envidia…
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