LOS SIETE REINOS DEL CIRCULO ESTELAR
Era medio día, el sol brillaba a través de las montañas y las gotas de rocío caían de hoja en hoja siendo recogidas por las ninfas de la lluvia.
El canto de los pájaros se escuchaba muy arriba en el cielo y un precioso arco iris asomaba sus colores por el horizonte.
El reino de Atlanta era un precioso lugar en el que ninfas, elfos y criaturas mágicas convivían por el simple hecho de tener una sola cosa en común: la magia.
Allí no existía el tiempo, cada criatura mágica hacia lo que quería, como quería y cuando quería, excepto por un pequeño detalle.
Aquel magnifico reino, bello, iluminado por la magia y el canto de los pájaros, era gobernado por un rey, elfo de la justicia y una reina, ninfa del viento. Para ambos, ese día era el más feliz de su existencia.
Habían dado fruto a una preciosa niña, una ninfa a la que llamaron Serena. Su pelo era rubio cual rayo de sol y sus ojos azules como el mismísimo cielo.
Todos los seres mágicos acudieron al encuentro con el rey y la reina de Atlanta, deseaban ver a la preciosa ninfa recién nacida.
Unicornios y hadas, ninfas y elfos observaban a la preciosa bebe, mientras el rugido del viento y el extraño silencio de los alrededores, advertían que la ninfa de los elementos estaba a punto de llegar.
Esta ninfa, era la responsable de adjudicar a qué se dedicarían las criaturas mágicas el resto de su vida, y estaba a punto de nombrar a Serena su trabajo.
La ninfa, de una increíble belleza, de pelo castaño y corto, y con una diadema de hojas en la cabeza, con un halo de luz rodeándole el cuerpo observaba a SERENA, la cual dormía en brazos de su madre.
La ninfa, tras unos minutos de pensárselo, se dirigió hacia los padres de la muchacha.
-majestades, Serena es aun muy joven para acceder a este cargo que me dispongo a darla, pero estoy segura que cuando cumpla la edad adecuada y sea una verdadera princesa del reino de Atlanta, no cabrá duda de que este será su cargo.
El rey observó a la ninfa, que flotaba en el aire como si de un ángel se tratara y entonces, esta prosiguió diciendo:
-majestad, la princesa Serena, será una futura guerrera del reino de Atlanta.
Al oír aquello los atlantinos se pusieron a murmurar y el rey tuvo que ordenar silencio con su bastón mágico, dando un par de golpes en el suelo.
-pero eso no puede ser-dijo la reina en un arrebato de preocupación a la ninfa de los elementos-mi hija no puede ser guerrera ¿no será una equivocación?
-¿equivocación? Eso nunca, vuestra hija ha nacido para servir al reino de Atlanta en un futuro próximo.
-¿pero no seria mejor nombrarla ninfa del viento o de las flores ?
-¡silencio! No cuestiones mis palabras-la ninfa de los elementos mandó callar a la reina-Serena será guerrera, y en un futuro salvará a nuestro reino de la destrucción.
El rey y la reina hicieron una reverencia. La ninfa de los elementos era como su dios.
-hágase tu voluntad-dijo la reina y acto seguido, la ninfa desapareció, no sin antes dejarle a la princesa recién nacida un precioso recuerdo, un collar en forma de ancla, el cual le serviría para realizar su destino.
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