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Hola hijo mío, tú por aquí. Me alegra verte. Siéntate.
Gracias.
¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez?
Cinco años.
¿Cinco años? Guau, cómo pasa el jodido tiempo. Ya me había hecho a la idea de que no volvería a saber nada de ti. Y mira. Aquí estás. Y te veo bien, en serio. ¿Tienes trabajo?
Soy asesino en serie.
Ah, sí. ¿Y se gana dinero con eso?
Mucho, si lo haces bien.
¿Y cómo es el trabajo? ¿Dónde trabajas?
Trabajo por todo el país.
¿Viajas mucho?
Mucho, sí.
¿En primera clase?
Sí.
Yo nunca viajé mucho, y, claro tampoco lo hice en primera clase. Tú madre sí lo hizo un par de veces; viajar, digo. ¿Te acuerdas de tu madre?
Claro que me acuerdo.
Pero que despistado soy, por Dios. ¿Quieres una cerveza?
Sí.
Traeré dos y así beberemos juntos. ¿Quieres un trozo de tortilla? Está fría, pero también está buena.
Sí.
Estupendo. Estoy feliz.
Yo también. Veo que estás bien, papá.
Bueno, gracias a Dios no puedo quejarme. Un poco las piernas. Y un poco también la espalda, pero bien.
A mí me duele siempre la cabeza.
¿Siempre?
Sí, siempre.
¿Y has ido a que te vea el médico?
Muchas veces.
¿Y qué dice?
No lo sé.
Toma.
Gracias.
¿Cómo que no sabes?
No le oigo hablar.
¿Y eso?
Es largo de contar.
Es que no lo entiendo.
Tú eres la primera persona a la que oigo hablar desde hace muchos años.
¿Y en el trabajo?
En el trabajo es cojonudo. Se agradece.
Ah, qué suerte.
¿Pero duermes?
Oh, sí. Duermo mucho.
En eso saliste a mí.
Mama dormía poco.
Es verdad.
Muy poco.
Y tu hermano también dormía poco, y tenía pesadillas, y le dolía la cabeza, como a ti ahora, ¿recuerdas?
Matías.
El pequeño Matías.
Quería hacer lo mismo que yo.
Ah, sí. Pues no lo sabía.
Me lo dijo una vez, el día que murió.
Jodida vida.
Sí.
(El hijo saca una pistola y apunta a la cabeza del padre).
¿Con eso trabajas?
Sí.
¿Has venido a matarme?
Sí.
Pero, ¿y la tortilla?
Me la comeré después de haberte matado.
Ah, bueno.
Te quiero.
Lo sé, chico. Recoge todo esto después de hacer el trabajo, ¿vale?
Sí, papá.
¡Qué buena me salió la tortilla!
Muy buena.
Aunque a mamá le salía mejor. Era una cocinera de primera.
¡Qué tartas!
¿Y qué me dices de la sopa verde?
Y la carne con papas.
Y todos los potajes.
La querías mucho.
Mira, todavía llevo la corbata negra, y han pasado 55 años desde que murió.
Tengo que irme.
Bueno, pero me alegro de verte, chico.
Yo también.
¿Eso duele?
No, nada.
Me fío de ti.
Es lo mejor. Sé hacer muy bien mi trabajo.
¿Y por qué yo, hijo?
El hijo dispara.
Se pone a comer la tortilla. 


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