Caravaggio
Por Cipriano Lorenzo de Ara Rodríguez
Enviado el 26/09/2021, clasificado en Drama
695 visitas
Que no bastan las palabras para expresar lo que un muerto siente cuando mira por el ojo de la cerradura a los vivos en el jardín, en la casa, en la cama, en el trabajo, en la ducha, haciendo deporte, llorando, enfermos, haciendo el amor, escuchando música, acariciando cosas bonitas, rompiendo montañas, saltando desde los más altos acantilados, viajando en submarino o quietos ante una pintura de Caravaggio; que no, no hay palabras, no, para expresar que hasta el dolor es hermoso porque un apuñalamiento también lo es, y la mordida de una mamba negra, y la certeza de que todo ha sido un gran engaño desde que nos casamos, y la suciedad en las uñas, y el remordimiento que el vivo considera eterno pero que desaparece en la muerte, pero fue remordimiento por haber enterrado en un bosque de no sé qué lugar de Alemania una foto del muchacho al que sí se quería.
El peor de los muertos es Caravagio, y dice que sigue pintando para martirizar a los poetas, músicos, escritores, pero sobre todos a los que en la vida no saben hacer absolutamente nada.
¿Quieres que te corte el cuello?
No.
Ya sabes que aquí no duele.
No, no quiero.
Ayer le corté el cuello a Gahndi. Lloró como una niña.
Pero si no duele.
Pero lloró como lloraba la mujer en la soledad cuando el muy cabrón le pegaba.
No quiero hablar más.
Yo sí.
Pero yo no.
¿Y eso qué importancia puede tener? Estamos muertos. Tenemos todo el tiempo para callar, para hablar, para pintar, tú tienes todo el tiempo para hacer lo que hagas, aunque nunca haces nada. Andas de aquí para allá, pero no haces nada. Todos preguntan a qué te dedicas. Hasta Kafka pregunta a qué te dedicas. John Wayne me hizo la pregunta una vez. Pero sabemos que no haces nada. A veces estamos convencidos de que estás vivo.
¿Pero qué dices? ¿Cómo voy a estar vivo si estoy con vosotros? Soy uno más de vosotros.
No sé, a veces nos preguntamos por qué no tienes ese hedor a eternidad que nos acompaña a los demás donde quiera que vamos. ¿Por qué?
¿Me lavo?
El agua con jabón no borra el olor nauseabundo de la eternidad. Mi olor de sucio hijoputa callejero se fue a la muirda al morir, pero tú sigues oliendo a Nenuco, estás limpio, ¿no lo ves? ¡Huélete!
Lo que quiero es dejar de caminar porque no me gusta, pero me asusta la próstata y mear y mear y que me digan tienes cáncer de próstata o de nuevo el dolor en el pecho y pasar otra vez por el quirófano para otra angioplastia y ya van.
¿Estás vivo?
Pero quiero ser como vosotros. Lo juro. Apestar a eternidad al lado de salvados o malditos, no lo sé.
Estas loco.
Mátame.
Un muerto no puede tocar a un vivo. Está prohibido.
¿Quién lo prohibió?
Creo que fue Stalin.
¿Y Dios?
Ah, vale, tú lo que quieres es ver a la mujer de arriba.
¿Mujer?
Ella huele a vida. Toda ella.
A Dios, quiero ver a Dios.
Ella es la única cosa que no sé pintar. Y me atormenta.
¡Te pregunto por Dios!
¡Y yo te hablo de él, estúpido!
¿Una mujer?
No sabes nada, pobre desgraciado. Sigues vivo. Eres una pérdida de tiempo para nosotros.
¿Qué puedo hacer?
Vivir.
Caravaggio se fue de mi lado.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales