¡Ella!
Por Cipriano Lorenzo de Ara Rodríguez
Enviado el 04/10/2021, clasificado en Drama
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Hoy pegué por primera vez a una mujer. ¡Ella!
Ella no se quedó quieta.
Me golpeó rápida, segura, con violencia, con gran violencia.
Se me echaron encima varios hombres que también me dieron puñetazos, patadas.
Otras mujeres se acercaron para hacer lo mismo.
Una niña aprendía cómo hay que tratar a un hijo de puta y animaba a su "papi" (así lo llamaba) a que me arrancara los ojos.
En comisaría preguntaron por qué lo había hecho.
Respondí que era ella o un presentador de la tele de los obispos.
"Pues haberle dado al tío, cabrón".
"Pero trabaja para la Iglesia", respondí.
Y los policías también se deleitaron haciéndome sufrir hasta que se hizo de día. Otra vez el día.
La mujer puso la denuncia.
Salí en la tele.
Leí la noticia en un cochino periódico de provincias.
Mi familia siempre me había odiado
A mi hijo mayor le quitaron de las manos un machete, asegurando que estaba dispuesto a matarme en el sitio.
Mi cuñado había traído la caja de herramientas. Quería asegurarse de que iba a hacerme mucho, mucho, mucho daño.
Mi madre me escupió en la cara. Y se desmayó. Y al volver en sí me escupió una media docena de veces más. ¡Me ahogaba!
Mi padre lloraba. ¡Es un santo!
Mi hermana estaba de viaje, así que desde San Francisco declaró que de mí esperaba eso y cosas aún peores.
Me condenaron.
Me violaron.
Me quité la vida.
Soy un cobarde.
No estoy en el infierno. O será que el infierno no existe.
No estoy en el cielo, pero el cielo sí existe.
Creo que estoy en la cabeza de un Obispo, a lo mejor el que ordena el pago a ese presentador de la tele de la iglesia y el de todas las nóminas de la cadena.
No lo volvería a hacer.
Pero nadie me escucha.
Y hay mucha gente aquí. Educada, callada, cabizbaja, lenta de movimiento, blancos, negros, amarillos.
Hay un escritor que se arrastra.
II
No me leas. O léeme. Regreso de un cuarto con la luz siempre encendida. Doctores entrando y saliendo. El corte en las muñecas para que la familia jamás pueda perdonarme. Ella. Ella tampoco me lee. ¡No me leas!
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