He decidido, de pronto, que quiero suicidarme.
Es como una inspiración que ahoga los sentidos.
Sé que no hago bien pensando de este modo, pero toda la vida vivida me lleva a esta desesperación final.
No encuentro otro camino que satisfaga los impulsos frenados durante tanto tiempo.
Y, en el fondo, lo siento.
Lo siento por la humanidad porque, sin mí, no será la misma.
Lo siento por mí porque, sin una vida, no sabré ser nadie.
Sin embargo, todo esto es superfluo.
Me falta algo que termine por descolgarme de esta mente engañosa.
Ya viene, ¡aquí está!
¡Alto! ¡No sigas con esta locura! ¡No sigas adelante!
Ya siento acercarse la bala que terminará con estos ridículos pensamientos.
¡Detente! ¡No! ¡No quiero que llegues a mi cabeza!
Me arrepiento de ser tan estúpido.
¡He decidido, de pronto, que quiero seguir viviendo!
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