Confirmemos las emociones
que nos complacen y hacen fuertes
en la noria de la vida,
que es interés y buen anhelo.
Nos convendremos con fantasía.
Imaginemos.
Nos soñaremos con gratitud
y desde la bondad de las acciones
que nos hacen crecer.
Podemos ser dichosos
si desciframos las claves.
Nos debemos responder
con paciencia y anhelos
de comprensión y de transformación
hacia un punto grato y provechoso.
Refrendemos las caricias
con más roces, con besos
y abrazos que sepan a dulce,
a todo lo fantástico de la infancia,
a colores, a entusiasmos,
a equilibrio y armonía.
Corroboremos la alegría
con citas y conveniencias brillantes.
Nos acordaremos
de los logros y saltos hacia la creencia
en nosotros mismos.
Ganaremos empatía, calidad de vida
y genuino cariño.
Estaremos donde siempre elucubramos.
Nos pondremos de óptimo humor.
Seremos fuertes.
Subiremos peldaños de contento,
que nos harán otear el entorno
con concentración y espontaneidad paralela.
Podremos variar
en la seguridad de un avance genial.
Nos palparemos.
Daremos con los puntos neurálgicos.
Pasaremos a un estadio milagroso
que nos invitará a una plenitud
que nos edificará
y perdonará todos nuestros errores
con un propósito de enmienda.
Estaremos joviales,
como locos, con fe
en el presente y el futuro.
Nada será ausencia ya.
Nos pregonaremos con firmeza.
Y todo, absolutamente todo,
estará disponible.
Nuestro comportamiento será,
es, amor, puro amor.
Estamos en marcha.
Ya.
Juan Tomás Frutos.
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