Desde aquella primera vez que la miró, Pablo empezó a sentir un profundo deseo sexual por Tamara. Tamara, alta, pelo claro, de mirada profunda y labios deliciosos, senos de gran tamaño y una voz erótica.
Pablo la miraba a distancia, pero era una utopía, un sueño al parecer, poder poseerla. Sus intercambios de mirada no eran más que eso, solo intercambios de mirada. Pablo averiguó con sus conocidos que esta mujer estaba comprometida, o sea alguien casi imposible de poseer.
Los días pasaron y la vida empezó a juntarlos poco a poco, ambos coincidieron en un mismo trabajo. El deseo sexual de Pablo por Tamara aumentaba día a día. Cada vez que la miraba experimentaba fuertes erecciones.
Una tarde, cuando Pablo estaba ardiendo en deseos se vio en la necesidad de pasar al baño a descargar su deseo. Estaba en eso cuando nota que alguien abre esa puerta del baño y era Tamara oh, sorpresa, Tamara lo vio jalándose la verga y él se sonrojó, pero ella aseguró muy bien la puerta y sin preámbulos se agachó y empezó a darle unas buenas mamadas. Pablo se dejó llevar por el placer y le dijo a Tamara: ahora te hare mía a mi manera, ya que te deseo. Este fue el comienzo de unas noches llenas de pasión y lujuria.
Poco a poco irán apareciendo nuevos detalles lujuriosos.
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