Sshhh no le digas a nadie
Por TYLDA ZENZI
Enviado el 15/12/2021, clasificado en Varios / otros
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Hedonista , crápula y licencioso así me definen mis más allegados familiares y conocidos, para quien me conoce tan sólo de pasada , soy un pobre hombre al que la vida no le ha sonreido demasiado y ha tenido que lidiar con situaciones algo difíciles.
A mis 66 años , me he ganado estoícamente mi fama por ambos lados, no he trabajado en mi vida , he vivido como un rey y recibo una jugosa jubilación. Mi secreto,......déjenme que les relate, para que puedan entenderlo mejor.Desde que tengo uso de razón siempre supe que jamás entraría a formar parte del mercado laboral. Nacido en el seno de una familia humilde, honrada , trabajadora y siendo el menor de 6 hermanos al que todos adoraban por esa carita tan simpática marcada con lindos hoyuelos en las mejillas y siempre tan obediente, durante los 2 primeros lustros de mi vida no me resultó para nada difícil vivir sin pegar palo al agua y sin que nadie rechistara. A partir de los 11 años ya tuve que comenzar a agudizar mi ingenio , se acercaba el final de la educación obligatoria y obviamente yo no tenía intención alguna de seguir ocupando mi tiempo en materias en las que no tenía ningún interés, sin contar que el solo hecho , a mi modo de ver, de que asistir a la escuela ya tiene suficientes similitudes con un trabajo tan solo pensarlo me resultaba agotador .Se debe seguir una jornada que comieza con ese fastidioso timbre exigiendo puntualidad , hay que respetar un reglamento y aceptar una jerarquía establecida ,estudiar unos libros de texto con un programa que no se ha actualizado en varias décadas y para colmo deciden mediante una seríe de test tu capacidad intelectual , de ese modo ya nos vamos acostumbrando para lo que nos espera en el mundo laboral. Noooo , yo no estaba para nada dispuesto a seguir esa corriente y he de confesar que mi amada madre me puso las cosas muy fáciles, siempre fuí su ojito derecho!ahhhh ! cuanto la echo de menos.¿ Se van haciendo una idea de como viví los primeros 49 años de mi existencia? ¿Si? ¿ aún no? Prosigo de todos modos, por si tienen interes.
Dos de mis hermanos ya comenzarón a darse cuenta cuando yo tenía alrededor de 8-9 años que uno de mis pecados capitales era la pereza (con los años vendrían otros peores) e insistian en asignarme pequeñas obligaciones, que por descontado yo nunca asumia y era mi madre quien daba la cara por mi , aludiendo a mi tierna infancia como excusa. ¡ Pobre, es tan sólo un niño! Nunca escuché una reprimenda por su parte, ni tan siquiera cuando no acudia a clase porque se me pegaron las sábanas y total ya para que iba a ir, mejor me quedaba bien dormidito el resto del día. Cuando la directora del colegio llamaba, mi madre siempre tenía la perfecta justificación para mi ausencia. Digamos que siempre fuí un niño algo enfermizo. Maravillosos años.
A mi padre putativo se lo llevo muy pronto ese dios del que mi madre era discípula ,dejándola una ridícula pensión, no solaménte para mantener a tantas bocas sino para complacer todos mis caprichos, porque yo cuando quiero algo lo tengo que obtener, cueste el esfuerzo ajeno que sea necesario.
Tuve la gran suerte ,como ya he mencionado, de ser el ojito derecho de mi madre y de que ella nunca llegó a desarrollar una gran inteligencia. Yo no sabía que mi padre putativo era tal, mi madre me confesó que se escapó durante 2 años con un hombre que decía haber encontrado la mujer de su vida pero que a la hora de la verdad no quiso hacerse cargo de la embarazosa situación. Mi madre volvió a casa arrepentida y suplicando perdón. Mi buen padre putativo la recibió sin más, dónde comen 5 muchachitos comen 6, se dijo a si mismo. Hasta ese punto la historia , ni tan interesante me estaba resultando, había escuchado casos similiares.La mejor parte vino cuando mi madre cometió la gran estupidez de su vida , contarme que debido a la depresiòn postparto después de mi nacimiento , me dio en adopción. Gracias a que mi padre putativo y mi hermano mayor movieron cielo y tierra, volví a mi hogar.La depresión postparto duró año y medio, tiempo en el cual fueron mis hermanos los que se ocuparon de mi. Aquella parte de la historia fue música celestial para mis oidos y el mejor regalo de mi 16 cumpleaños, mi inocente madre pensó que ya era todo un ¨hombre¨para saber la verdad, sin saber que me había dado la clave con la que controlar a mi antojo todas las decisiones que ella quisiera tomar en su vida a partir de eso momento. El sentimiento de culpa que sentía mi pobre madre por su vil acto no la abandono nunca y yo como manipulador nato que soy obtuve rédito toda mi vida de aquella situación. Mis grandes dotes interpretativas me sirvieron para montar todo un drama, la situación me afectó demasiado y me permitió ser un adolescente dificil hasta mis 22 años. Para mis 16 primaveras vivíamos en casa de mi madre, dos de mis hermanos y yo. Logré deshacerme de ellos en menos de un año. Cuando a mi madre le desaparecía dinero, joyas u otros enseres que yo vendía, los culpables siempre resultaban ser mis hermanos, por supuesto un alma cándida , como yo, asimilando aún la verdad de mi historía, no podía haber cometido semejantes bajezas. Mi madre acabó por echarles de casa y las puertas del paraíso quedaron abiertas para mi.
Iba cumpliendo años y mis caprichos resultaban ser directamente proporcionales a mi edad, por lo que la pensión no daba para mis pretensiones. Solución: mi madre tendría que obtener un sobresueldo bajo cuerda. Mi gran ingenio me dio la solución: sin experiencia laboral previa y con su edad podría trabajar interna,haciendo compañía a personas de la tercera edad. En ese momento había gran demanda y sin contrato laboral, que era lo que precisamente yo andaba buscando. Mis ingresos se duplicarían , mi madre estaría 6 días a la semana fuera de casa con comida y techo pagados, se me acabarian esos molestos sermones que debía aguantar tan sólo por el hecho de mi afición a esa hierba tan maravillosa que compartia con las amiguitas que me visitaban de vez en cuando y la fastidiosa presencía de mi recelosa madre estaria ausente. Fueron años maravillos, los ingresos daban para viajar, ir asiduamente a restaurantes, vestir las mejores marcas, probar sustancias algo más duras, pagar servicios de señoritas cualificadas en ocio domicilIario a la carta y alguna que otra cosita que no mencionaré para no peder la elegancia. Entre tanto mi madre pasaba de un trabajo a otro intentando satisfacer mis caprichos. Por supuesto de vez en cuando , la pobre, bajo presión por parte de mis hermanos, que no comprendían como ella podía permitir semejante situación, me cortaba el grifo y yo tenía que convencerla de que iba a dejar ese tipo de vida y buscaría un trabajo. Viví por más de treinta años, de bulo en bulo, se me ocurrían ingeniosas ideas para hacerla creer que iba a poner en marcha el negocio de mi vida , o comenzar un curso , incluso conseguí persuadirla de que iba a inscribirme en la universidad para adultos, de ese modo la tranquilizaba y el dinero fluia con más facilidad aunque llegó un momento que eso no la convencia , así que como todo buen hombre, me casé y tuve descendencia. Por supuesto elegí cuidadosamente la mujer adecuada a mis pretensiones. Marga es el nombre de mi ¨amada¨esposa, . Trabajadora, responsable, de familia adinerada, cristiana, con ansias de ser madre , señora de su casa y por supuesto desde el primer momento entabló una amorosa relacción con mi madre . Cuando dio a luz a mi tierna hija mis discusiones con mi progenitora se acabaron, todas sus energías y dinero lo destinaba a esa hermosa niña.
Los años de la infancia de mi hija fueron maravillosos, mi esposa trabajaba dentro y fuera de la casa, mi madre aportaba una jugosa cantidad ecónomica y cuidaba de la niña durante la ausencia de su madre y yo me dedicaba a mis ¨negocios¨ que jamás dieron ningún fruto para nadie excepto para mi mismo.
Mi madre falleció hace unos años, mi hija trabaja fuera del país , me encargué personalmente de que su abuela le pagase el último curso en una buena universidad privada en el extranjero, Marga padece Alzeimer , está internada en una buena residencia que paga nuestra hija y entre tanto yo administro su pensión viviendo en la casa familiar que Marga hederó de su abuela.
Mi secreto: el patriarcado
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