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Ingrato es sentirse un mendigo, una palomita sumisa ingiriendo las migas dejadas voluntariamene o al descuido.
Mientras el espoleo para incentivar el logro de la migaja es una acción necesaria para seguir en el submundo, en la inconsciencia.
Como nubes transparentes y veloces pasan los pensamientos. aportan una lupa para ampliar lo no visto o para reducir lo que no se desea ver.
Certitud no falta, pero tampoco el acecho fantasmal, la sombra, a escondidas merodean; ahí se estaciona el apego, la mancha imborrable que afea lo bello, la cadena invisible que ata al cuello, incapaz de girar la cabeza, de emprender el propio vuelo.
Apego, entrega. Esclavo del miedo.
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