El pájaro insistente

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Sus chirridos de pájaro me disgustaban. Ni siquiera sabía cómo le había llegado la palabra chirrido a su cabeza. Sólo sabía que era un pájaro qu había desatado su ira. Ira incontrolable. Se merecía la muerte. Era un lindo pájaro y no lo quería matar. Pero cómo provocaba lanzarle una buena metra. Que sus alitas de pájaro dejaran de volar. Pájaro malo, pensó. Disgustas mis tardes. Me haces despertar. Tan alegre que me encuentro pasando las páginas, tranquilo en esta tarde un poco nublada. Y vienes y arruinas mi paz. Cómo osas sacarme de mi lectura. Eres un pájaro desconsiderado. Te describo. Tu parte superior es de un marrón claro. Tienes en tu cabeza una línea blanca. Por qué vienes a importunarme esta tarde. Por qué no paseas por allí y te vas a buscar a los tuyos. No los traigas acá. O me harás sacar la escopeta. O sino improviso una china y te lanzo lo primero que consiga. Bastantes metras que tengo allí. Quizás alguna te dé. Créeme que no te quiero matar. Por fin te has ido. Me alegra. Gracias por escuchar mis peticiones. Se parece a aquella situación donde vi aquél palo extraño asomarse sin ninguna explicación. Son situaciones que hacen dudar de tus sentidos. Pero uno sabe que preguntarse por la cordura es un buen síntoma de cordura. Después de todo en alguien hay que confiar. Y los psicólogos suelen tener razón cuando se trata de nuestro comportamiento. Claro, quizás es la manera de pensar de uno. Cree que le ha ocurrido a uno de forma especial. Porque escuchó el sonido de las hojas antes de ver la ?aparición?. Pero quizás no se trataba de ninguna presencia extraña. Solo un engaño de los sentidos. Pero el sonido de las hojas no sólo es causado por la brisa, que soplaba en ese instante. Y pues es lógico que cayeran hojas por la temporada. Y más todavía estando un árbol tan cerca. Lo que no le parecía muy lógico era la aparición del palo. Y si alguien le quería jugar una broma. Recordaba haber tocado un poco un instrumento musical antes de presenciar la aparición. Y si la música había alterado de tal forma mi visión que me permitió presenciar aquello. Quizás si me hubiese asomado por la ventana sin haber tocado antes el instrumento musical no hubiese visto nada. Los psicólogos también dicen que la música altera la percepción de uno. Es una broma un poco elaborada. Tengo la iglesia al lado y soy prácticamente ateo. Y si se tratara de la broma de algún fanático religioso. No creo. Tendría que saber de óptica y ser muy cuidadoso para que no me fijara en la artimaña. Pero nuestro cerebro es muy fácil de engañar. Ante visiones extraordinarias vale aplicar antes el método científico. Quizás sea lo más extraño que me ha pasado hasta ahora.

Después descurbió que se llamaba  cristofué el bicho ese. No sabía si Cristo había sido o no, pero se alegraba de que su canto se hubiese alejado. 


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