El onceavo mandamiento jamás escrito
Por Hugo TM
Enviado el 29/12/2021, clasificado en Reflexiones
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EL ONCEAVO MANDAMIENTO JAMÁS ESCRITO
INTRODUCCIÓN
“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.”
Este fue el último de diez mandamientos establecidos por Jehová a oídos de Moisés, en el vigésimo capítulo del Éxodo. Sin embargo, rogo su atención sobre las siguientes líneas, pues se requiere utilizar la cabeza y reflexionar.
EL ORIGEN DE LAS RELIGIONES
La Biblia nos ha relatado innumerables historias, y su escritor pretende que creamos fielmente en su palabra, como si esta, estuviese realmente escrita por un ser omnipotente. A diferencia de la ciencia, la Biblia nos cuenta muchos relatos y realiza gran cantidad de profecías, pero no nos expone ninguna prueba que demuestre la existencia de Dios. Las creencias se remontan a la Prehistoria, donde los humanos comenzamos a adoptar corrientes de pensamientos que se basaban, principalmente, en torno a un ser que controlaba todo lo que sucedía en la Tierra y que el hombre desconocía, lo que hoy conocemos como “fenómenos naturales”, como la lluvia, las tormentas, el viento e incluso el día y la noche. El ser humano desde tiempos remotos ha tratado de dar explicaciones a lo desconocido, sin embargo, con el tiempo estas religiones primitivas han desaparecido y han surgido otras muchas. Todas diferentes, pero tienen un aspecto en común, un Dios.
¿POR QUÉ MÍ RELIGIÓN TIENE LA VERDAD?
¿Algún fiel cristiano se ha preguntado alguna vez por qué SU religión tiene la verdad absoluta y las demás son puras invenciones?
Veamos, son innumerables las corrientes religiosas que se basan en datos similares. Algunos como Horus (Egipto), Attis (Grecia), Krishna (India), Mithra (Persia), Thammuz (Siria)… en fin, una larga lista; todos estos Dioses comparten similitudes en sus historias. Tomemos como ejemplo a Mithra: Nacido de una virgen el 25 de diciembre, fue seguido por 12 fieles discípulos, al morir fue enterrado durante 3 días y resucitó. En el caso de que aún no hayas quedado satisfecho con este punto, pondré otro ejemplo; en este caso mucho más extenso, Horus: nacido el 25 de diciembre de una virgen, su nacimiento fue anunciado por una estrella en el Este, fue adorado por 3 reyes, fue un niño prodigio, bautizado a los 30 años, realizó diversos milagros, se consideró como el “Hijo de Dios”, fue traicionado por Thyphon, posteriormente crucificado, enterrado y resucitado a los 3 días. ¿Acaso no crees que sea mucha coincidencia? Y por si quedan dudas, las religiones que he nombrado son anteriores a la cristiana.
EL ALMA Y LA MUERTE
Conceptos como “el alma” y “los sucesos posteriores a la muerte” se encuentran asociados con las religiones. El cristianismo no se ha quedado atrás en este aspecto.
“Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. 2:7 Génesis
Es sabido por todos que el concepto del alma descrito en las religiones se relaciona con una energía que se encuentra en nuestro interior y que asciende a los cielos, supuestamente de forma metafórica. Sin embargo, ¿cómo probamos que el alma no existe? Pues es muy sencillo, todas las energías pueden ser medidas y manipuladas, al igual que otras sustancias no visibles como el aire. Comprendemos que existe el oxígeno a partir de que podemos medirlo o contenerlo; por ejemplo, en el interior de un globo. ¿Podemos manipular, contener o tener constancia de la presencia del alma? NO.
Respecto a lo que concierne a lo posterior a la muerte, es fácil deducir que los humanos hemos creado este concepto debido al miedo irracional a esta; el cual nos lleva de nuevo a la Prehistoria. Según la Biblia, tras la muerte, atravesamos un purgatorio, el cual decide adónde somos enviados: el Cielo o el Infierno. La ciencia no ha podido explicar hasta ahora qué ocurre tras la muerte, sin embargo, una de las teorías más apoyadas, es que no ocurre absolutamente nada.
LA FALSA BONDAD DE DIOS
Saltemos a la bondad de Dios tantas veces repetidas en la Biblia. Si utilizamos nuestra lógica más sincera, identificaremos a Dios como una entidad malvada, la cual no tiene afecto a ninguna de sus creaciones, tanto a los animales como a los humanos. Reflexionad sobre todo lo negativo que ocurre a diario en el mundo: enfermedades, asesinatos, agresiones, etc… todos estos hechos, excepto las enfermedades, considerados “pecados” por la religión. Recordemos quién creó todo según la Biblia, Dios, ahora pensemos en esos sucesos negativos que anteriormente he nombrado; todos ellos han tenido que ser provocados por Dios. El mismo pecado ha debido ser creación de Dios, pues tú en este momento no puedes inventar un color nuevo o un sentimiento que nunca nadie haya sentido; pista, un ángel convertido por Dios posteriormente en demonio… tampoco lo puede hacer.
Nos arrodillamos ante un Dios hipócrita, que al ver que los humanos no creen en él tras no haber mostrado una prueba de que exista, inunda su creación, matando a todos menos a una familia de fieles creyentes; ¿os suena a algo? Es la historia del “Arca de Noé”, si, un holocausto de ateos.
¿POR QUÉ LA POBLACIÓN CREE?
Ahora, tras haber reflexionado durante estas páginas sobre la existencia de Dios, vuelve a activar tu mente, ¿por qué el mundo continúa creyendo en estas religiones sin ninguna prueba a favor y miles en contra? Tal vez por un atisbo de esperanza, paz y unión en el mundo; seamos realistas por favor, no nos mintamos constantemente con algo tan grande como es la proveniencia del humano. Es probable que los creyentes jamás se hayan cuestionado estos básicos puntos o también existe la posibilidad de la herencia cultural.
Todas estas probabilidades son reales, son las razones por las que más de la mitad de la población mundial cree en corrientes religiosas sin sentido alguno. Plantearse una última pregunta, ¿seguimos a la muchedumbre y creemos en lo que ella crea? O mejor, ¿pensamos y reflexionamos sobre qué es lo más lógico?
EL ONCEAVO MANDAMIENTO
Tras esta reflexión, redacto sobre estas líneas el onceavo mandamiento jamás escrito que da nombre al título: No Creas En Dioses.
Hugo TM
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