La conquista del Espacio cap5

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Estación Colón II. Nueva Tierra. 21 de febrero de 2.122

 

La hora de dar el primer paso había llegado, estaban todos presentes, Arhold a la cabeza de todos ellos. Estaban en una sala gigantesca, en un extremo estaba el artefacto. Era una espira de veinte metros de radio unida a seis transformadores de gran potencia. El concepto básico estaba basado en campos magnéticos. Con la espira se crearía un campo magnético positivo que impactaría a su vez con otro campo positivo del tamaño de una pelota de tenis, la nave espacial. Esta, era una esfera algo ovalada y de superficie totalmente lisa. Tenía ventanas de cristal que surcaban la nave. En su interior contenía una micro-cámara de alta definición, tendrían que observar que hay ahí fuera. Le habían añadido nano-reactores nucleares en su base, en la parte trasera y delantera, su función era poder evitar cualquier obstáculo en el planeta a explorar además de hacerle conseguir una velocidad cien veces superior a la del sonido. Primero se iban a centrar en la salida, la vuelta la estudiarían con esta nave. Los reactores delanteros servían para frenarla en el espacio antes de introducirse en un planeta. Llevaba consigo un laboratorio, si el ensayo era positivo no iban a desaprovechar tanto trabajo. La nave sería lanzada al espacio, era imposible frenarla en la tierra. A esa velocidad atravesaría cualquier cosa hasta encontrar algo lo suficientemente potente como para crear consecuencias nunca antes vistas, no se sabía que alcance podrían tener, pero no querían comprobarlo. Además, era mejor tener un “amigo” en el espacio que fuese previniendo que cosas habían hecho mal y que tendrían que mejorar. Pero que llegase a ponerse en funcionamiento sería un milagro obra de unos pocos seres humanos, había podido ser cualquiera a lo largo de la historia y se lo habían regalado a ellos.

 

La torre de lanzamiento estaba situada en el centro de la espira, todo el conjunto tenía forma de pirámide, quizás los egipcios sabían algo más a parte de la distancia de la tierra al sol. Y en la punta de la pirámide estaba situada la nave, mirando al infinito. Todo estaba cerrado herméticamente al vacío, la salida de la nave se producirá por una pequeña abertura que estaba cerrada por una fina capa de silicona. La fuerza de la resistencia del aire y la capa apenas se notaría en la nave, debido a su diseño el aire le impulsaría hacía el espacio tan rápido que sería imperceptible para cualquier tecnología humana. Sólo podrían saber si todo había salido bien tras pasados sesenta segundos, cuando enviará el primer resumen de su estado tras el despegue, eso en el mejor de los casos. Si sale mal, lo más probable sería la muerte de los que estaban en la sala.

 

El destino era la galaxia Gliese, el planeta 581 a veinte años luz. Fue el primer planeta descubierto similar a la tierra, y estaba relativamente cercano, ya que la velocidad que esperaban que alcanzase la nave era de diez años luz al mes, medido en horario terrestre. Alcanzar la velocidad de la luz no era suficiente para explorar el espacio, él no creía que fuese a vivir veinte años más como para esperar, una nave a un año luz no le iba permitir convertirse en el nuevo Colón.

 

-Silencio todos!-Dijo Arhold nervioso.-Empieza la cuenta atrás:

 

-Empezaron todos a la vez-

 

-5;4;3;2;1……..

 

Se oyó un sonido seco, como cuando se abre un recipiente. Se víó un fogonazo parecido a la luz del sol, dejando a todos ciegos durante unos segundos. Sentían un pitido en los oídos y el cristal, de quince centímetros de grosor, se resquebrajó como una fina capa de hielo. El edificio entero tembló al igual que un terremoto. A su paso dejó una estela de fuego surcando desde el infierno al cielo. El grupo entero se quedó mudo. Los jóvenes porque sabían que acababan de salvar su vida de milagro, y Arhold porque la estela de fuego no le daba buena espina, no dejaba de mirar al ordenador mordiéndose las uñas. El minuto que tenía que esperar para obtener la respuesta se le estaba haciendo más largo que sus sesentaicinco años de vida.

 

-¡¡¡Bip, bip!!!

 

-¡¡¡Si!!!- Gritaban y se abrazaban, los más sentimentales, lloraban, entre ellos Arhold.

 

Para él había sido una autentica liberación, había conseguido el fin principal del ensayo, superar la velocidad de la luz con un artefacto hecho por el hombre de un tamaño factible para muchas aplicaciones. Pero todavía seguía su cruz, eso no se lo quitaría hasta que consiguiera el fin, explotar el espacio exterior, y para eso todavía quedaba mucho camino. Debido a su forma de ser, prefería pensar siempre en positivo, sin embargo le gustaba tantear los contras y lo que pudiese salir mal para no perder su objetividad.

 

Ahora la nave surcaba el espacio a una velocidad nunca vista antes. La atmósfera había sido una gran fuerza de resistencia para la nave. Su velocidad se redujo a cinco años luz cada tres meses. Tardaría en llegar a su destino un año exacto si no hay imprevistos. En ese tiempo tendrían que construir la segunda nave, La Niña, pero se haría en función de los datos que obtuviésemos de la primera. Ya habría que incluirle un sistema de vuelta factible. Iba a ser un año duro, el tiempo seguía corriendo en su contra. Tras el éxito de la operación y debido a la satisfacción que corría en el ambiente decidió dar una semana de vacaciones a todos, para él y Frank serían sólo dos días, los suficientes para ver a su querida esposa y decirle la buena noticia....


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