La vida se equivoca

La vida se equivoca, lo sé porque nosotros fuimos su peor error. Vio dos almas solitarias que pedían a gritos un poco de afecto, así que movió todos los hilos necesarios para que nuestros caminos coincidieran. Sin embargo nunca se fijó en el tremendo enredo que se formó con tal de pactar nuestro encuentro. Vaya que se esforzó por hacernos uno, usó todos  recursos para que nuestras almas se escucharan. No fue mera casualidad que aquella tarde otoñal, cayera sobre nosotros una lluvia de hojas secas, la vida sabía que la estación y sus hojas crujientes eran mi debilidad. La vida logró hipnotizarnos con el entorno, mas no pudo entrelazar nuestras almas; aquel día sólo se ablandaron un poco por su esfuerzo y por un momento nos hizo creer que la magia sucedía sólo si uno estaba frente al otro. Nos engañó, jugó sus cartas casi a la perfección, hasta que un día reconocimos que nos sentíamos más solos que antes. 

Entonces, por fin, los hilos enredados comenzaron a cobrar su factura.

La vida no quiso pagar su equivocación, así que irremediablemente, tuvimos que pagarla nosotros y ni oportunidad se nos dio para formar nuevos enredos, en cambio se nos otorgaron hilos individuales con buena distancia de por medio.

No sé de ti, no sabes de mí… en eso la vida sí acertó.