Nos hemos de dirigir
a los espacios de la más pura emoción
con el sueño de cumplir
los mandatos solidarios.
Nos pondremos en marcha
para singularizar la belleza,
que compartiremos
con los buenos, con los auténticos.
No debemos ubicarnos
en muros que nos embelesan
y nos paralizan inútilmente.
Indaguemos en los corazones
para descubrir cómo ayudar
y como acercarnos a los demás.
Podemos ser mejores.
La bondad, la mesura, la generosidad
nos invitarán
al mejor café de cada mañana.
No estamos solos.
Miremos, diagnostiquemos, cambiemos.
La empatía se multiplica
cuando divisamos con autenticidad.
Desarrollaremos mucho,
pero no debemos obsesionarnos
por cantidades y calidades.
Todo llega a su tiempo.
Todo tiene un punto de belleza.
No hay prisa para descubrirlo.
Juan Tomás Frutos.
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