Ha pasado un tiempo ya, pero cada ciertos momentos sigo preguntándome si estoy viviendo algo real. Porque un amor tan transparente y honesto, era algo que creí imposible de encontrar. Pero de pronto, una tarde aparentemente sin sentido, encontré tus ojos color otoño. Estos me envolvieron en un remolino suave de emociones que, si bien no eran ajenas a mi pasado, sí eran mucho más intensas y reales. Descubrí tantas maravillas en tu simpleza. No sé si fueron aquellas sonrisas tímidas, las miradas retadoras, la represión al tacto, la apertura de nuestras almas... no sé qué fue, pero definitivamente no fueron nuestros corazones rotos, pues de hecho ya habían sido reparados por el tiempo. De modo que no pretendía llenar ningún vacío del pasado contigo ni intenté avivar mis metas frustradas. Todo contigo era nuevo y todo fue querer comenzar de cero a pesar de que mi impaciencia no estaba muy de acuerdo.
Pronto la voz que quería apresurar todo, se fue callando y disfruté aún más del proceso que estábamos viviendo juntos. Dos almas que, aunque reparadas, tenían desconfianza. Todos aquellos miedos fueron guardando silencio desde el primer momento en que tomé tu mano, después cuando vino el primer tímido beso y conforme la vida avanzó, yo ya me encontraba perdidamente enamorada de mi chico ojos color otoño.
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