Mi abuelo suele decir que cuando los pájaritos cantan cerca de casa, es porque traen buenas noticias. Los primeros años de mi vida, cuando él y yo jugábamos debajo de los árboles, lo comprobé; los pajarillos cantaban cerca de nosotros y le pregunté si nos decían algo bueno y él contestó que sí. Más tarde llegaba mi papá sano y salvo, listo para su descanso. Lo bueno siempre se hacía presente cuando ellos visitaban mi hogar.
Sin embargo, hubo una larga temporada donde ellos cantaron mucho más. En cambio llegaron los cuervos, perturbando la paz y despertando el miedo. Las fatalidades no se hicieron esperar y gran parte de nuestras vidas, oscureció. Me enojé con los pájaros, ¿por qué se olvidaban de traer buen augurio a mi familia?
Cuando regresaron, ya no les creí. Los cuervos ya no estaban, pero sí habían dejado nidos en mi corazón, luego yo misma ahuyenté toda cosa buena que pudiera llegar a mí.
Luego de tanto tiempo enferma, comencé a sanar y a escuchar a las aves cantar en mi ventana. Ellos traen maravillosos avisos a mi vida. Hoy que puedo escucharlos sé que me dicen que la existencia siempre mejora y que, por siempre, cantarán para mí.
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