Seguirte soñando sólo habla de lo mucho que te extraño. Es raro irse a la cama sin alguien que me abrace por la espalda. Es raro no sentir tu calor. A nivel consciente jamás aceptaría que te extraño, ¿cómo después de que me destruiste la vida? No me interesa que estés -o no- haciendo, ciertamente me da igual si respiras o no; es sólo que una parte mínima y profunda de mí sigue en shock, sigue perdida en aquel 13 de agosto. Vivo en la incredulidad de tus actos.
Hoy entiendo que tal vez no actuaste con mala intención y que el precio a pagar por la honestidad tardía, fue muy alto. De cualquier modo, con toda la intención o sin ésta, me sigue doliendo cada recuerdo que tengo de nuestros últimos días. La profecía del final se me colaba en las entrañas, pero lo único que atiné a hacer fue ignorar las señales. Quise tanto la perfección para nosotros, pero lo único que conseguí fue un pase directo al sufrimiento. La verdad tu posible dolor no me importa; lo que me importa y me duele, es la frustración de mi plan de vida.
No tiene caso, el ayer no regresa.
Y gracias a Dios, tú tampoco.
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