Barrilete.
Una tarde, caminaba yo por una de las veredas de la Gran Avenida.
Había salido del trabajo y me dirigía a tomar el autobús en alguna parada más adelante mientras disfrutaba de un rico helado de chocolate con cerezas.
Gozaba de la fresca sombra de los árboles hasta que un estruendo me dejó inmovilizada. Gente gritando, sirenas por todas partes, médicos… ¡Cuánta alteración en un instante!
Perdí la noción de lo que había estado haciendo antes del suceso y comencé a alejarme lentamente del bullicio; sólo me acompañaba el sabor del helado. De pronto, alguien me tomó del hombro y pronunció mi nombre. Tuve un nuevo sobresalto. Di media vuelta y, ¡qué sorpresa!, mi amiga Isabel. ¡Cuántos años sin verla, más de 10! Estaba como la última vez, pero su cabello llegaba hasta los pies. Nos fundimos en un abrazo fraterno y cuando nos disponíamos a caminar juntas para no separarnos más, la bocanada de oxígeno llegó a mis pulmones.
Aún no puedo entender en qué momento fui arrollada por aquel coche.
Alma Leds.
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