UNA RAYUELA PINTADA DE ROJO
Por Cuentistapararato
Enviado el 03/02/2022, clasificado en Varios / otros
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Liam fue el primero en invitar a salir a mi hermana con el permiso estricto de mis padres que la trataban como pieza de porcelana. Le enseñó a bailar el rock y ella se pasaba toda la semana en las tardes practicando en la sala. Mis padres a esa hora trabajaban, por eso Giselle decía que podía oír más fuerte el tocadiscos. Liam tenía un Mustang blanco que solía parquear al frente de la casa. A veces me llevaba a dar un paseo por la ciudad y me hablaba de las matemáticas que me atormentaban en el colegio y una nueva guerra que empezaba en Oriente. Sabía tripular avión y prometió un día llevarme a sobrevolar la ciudad. Se ve igual que una rayuela pintada de rojo, me dijo, además los ríos parecen cintas sucias sobre el campo.
Con mi hermana salían los sábados en la noche a los bailes y regresaban antes de las doce. Luego se marchaba en el coche haciendo un ruido que desaparecía tragado por las calles. Mi padre lo aceptaba con cierta resignación pensando que esto no duraría, sin embargo, fueron casi dos años de visitas y salidas. Incluso vino una tarde con sus padres, que eran bajitos y hablaban poco.
Cuando supe que marcharía con la fuerza aérea a Vietnam sentí un tremendo vacío, era el primer amigo que se iba. Mi padre fue el primero en decir que no deseaba que se fuera. Lo despedimos un lunes en la mañana en la base aérea con su uniforme y cierto orgullo de héroe de la patria. Los días ya no fueron iguales desde entonces, y menos saber la noticia, dos meses después, que el avión había sido derribado y no lo encontraron en la selva de Tay Nguyen.
Mi hermana casó tres años después con un periodista que había sido corresponsal de guerra y yo estudié aviación por aquella curiosidad de mirar la rayuela pintada de rojo y las cintas que formaban los ríos sobre el campo.
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