La hija del Gringo
Meztli Johnson, se había convertido en una hermosa creatura. Su esbelta figura, alargas curvas y hermosos ojos azules, tenían de cabeza al vecindario. Su retorno después de una prolongada estancia en una escuela religiosa fue un suceso.
Verla caminar, derramando la cascada roja de su cabello, opacando el atardecer con su profundos ojos azules, balanceando las caderas, al ritmo de la sinfonía de su sonrisa angelical, cortaba la respiración.
Vestidos ajustados y miradas avasalladoras bordaban sus temerarios flirteos, los cuales habían terminado por enfrentar a los hombres más peligrosos de la región: el Gringo, (su propio padre) y el Sinaloense líder de un cartel rival, quien había jurado que Meztli seria suya a cualquier precio.
Frente a frente, aquellos hombres, que nunca antes se habían visto, sabían perfectamente que clase de infierno ardía en el interior del otro. La soberbia les impidió hablar.
Cuando el silencio regresó, había manchas de sangre en los árboles y decenas de boquetes en las paredes. Y en el fondo de todo aquello, la flama de una maravilla ya no estaba. El corazón de Meztli, se había detenido, y ninguna posesión terrena podría reanimarlo ya. Su hermoso rostro yacía contra el piso, con medio cuerpo aun dentro de su auto de lujo.
En sus delicados labios un grito quedó incompleto, interrumpido por el tiroteo. Una frase cortada que pudo ser: "¡Papá estoy embarazada!".
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