El faro estaba situado en un pequeño islote rocoso. Fue construido a finales del siglo diecinueve para evitar que los barcos naufragaran contra las rocas negras como ya había sucedido en múltiples ocasiones.
Durante dos décadas Tobias fue el guardián del faro que presidía aquella porción de la costa alemana junto al Báltico. Le encantaba su trabajo a pesar de la obligada soledad a la que le sometía.
Cada mes era sustituido por otro farero, además de recibir los suministros para el mes siguiente. Eran diez días en los que Tobias estaba entre la gente de su ciudad.
Transcurrido el tiempo de solaz, volvía a su puesto. En él, además de atender al buen funcionamiento del foco, el farero ocupaba el tiempo en leer y pintar paisajes (inevitablemente de mar). Asimismo, escribía un diario en el que anotaba las incidencias que tenían lugar durante la jornada.
Pasó un mes. El relevo acudió al faro. Por primera vez, Tobias no salió al encuentro. Dieter recorrió el islote y se adentró en la torre. El farero no aparecía. Volvió al barco que lo había traído a fin de que dos marineros le ayudaran en la búsqueda. Los tres hombres gritaban el nombre del vigía sin resultado. Lo único fuera de lo normal era la ausencia de una de las piezas metálicas del balcón de la linterna. Dieter localizó el cuaderno sobre una mesa. En las últimas entradas se describían unos hechos inquietantes.
?Día 21. Ha vuelto a aparecer. Ahora se muestra en cualquier momento.
?Día 23. Tengo miedo. No puedo conciliar el sueño.
?Día 24. Se ha desatado una tempestad enorme y el foco da muestras de avería.
Ya no había más anotaciones. La última tenía fecha de tres días antes de la llegada de Dieter.
Cuando volvieron a la ciudad y mostraron el diario supieron que los registros oficiales no daban testimonio de ninguna tormenta el día 24.
Nunca fue esclarecida la desaparición del farero.
A penas dos meses del suceso, un enorme temporal se desató durante días. Grandes olas azotaron la zona y la torre no pudo aguantar el fuerte envite de las mismas.
El faro acabó derrumbándose llevándose consigo el misterio al fondo del mar.
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