Quienes tienen la noble misión de orientar a la niñez y a la juventud, los padres de familia, profesores, sacerdotes y pastores, también son prisioneros de esa gigantesca malla tejida con palabras, ideologías, doctrinas, dogmas, convencionalismos, condicionamientos y sistemas de gobierno. Los primeros, en el mejor de los casos, se limitan a preparar a sus hijos para que "le vaya bien en la vida", lo que significa estudiar, conseguir un buen trabajo, tener una familia y "vivir" cómodamente, o sea, sobrevivir. Eso... en el mejor de los casos.
Los segundos, en un 90 % aprox., carentes de autonomía, siguen al pie de la letra las directrices del MEN, e imparten una "educación" academicista y transmisionista, en la práctica basada en el Modelo Pedagógico Conductista, aunque en el PEI se teoriza sobre otro modelo muy distinto. Los terceros... tienen la tarea más noble y sagrada de todas: el pleno desarrollo espiritual del ser humano. Lastimosamente no han logrado avanzar ni un ápice en esa tarea, y jamás lo harán mientras sigan aferrados a los dogmas de su sistema de creencias. Sistemas que son auténticas empresas y micro-empresas capitalistas cuyo principal medio de producción de riqueza, y poder... es la Palabra Sagrada.
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