Te lo he dicho con los ojos, te lo he dicho en caricias suaves, y en sonrisas muy amplias. Lo he escrito, en mis cartas y sobre tu piel, con un millón de besos. Y mis labios querían murmurarlo contra los tuyos, como si así pudiera darles vida propia, y que me lo dijeran de vuelta. Pero, demasiado cobarde, me conformaba con que lo intuyeras en abrazos demasiado largos, demasiado fuertes.
Te lo he dicho con ataques de risa, con nuestros dedos entrelazados al andar, con miradas que no quieren acabarse. Lo he sentido justo detrás de mis labios, luchando por escapar, en esas noches en las que me hacías tuya. Lo he callado, pero mis manos aún seguían decididas a mostrártelo.
Creo que lo sabías, quizás lo supiste siempre. Y aún así, también te lo he dicho con palabras. En el silencio de la noche, desnuda entre tus brazos y mis lágrimas, ¿qué otra cosa podía decirte?
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