El segundo al mando

Llevo al rededor de seis meses trabajando para una tienda de ropa formal en un centro comercial de Ñuñoa en Santiago de Chile, para la marca Arrow. Es una tienda bien loca en cuanto a la mercadería, por ejemplo hoy llegaron 18 cajas grandes y estoy seguro que en los próximos días llegaran unas cuantas más. La bodega es una caja de fósforos, pero sin pólvora, a menos que haya comido un plato de porotos.

Bueno, estoy alargando mucho la historia, la cosa es que la jefa se irá de vacaciones a partir de mañana y mi déficit atencional me pone muy nervioso porque adivinen… si, así es… yo me quedaré de encargado por las próximas tres semanas y si la tienda no se incendia será un gran logro. Igual al ser virgo a veces me pongo medio dramático.

Antes de irse al sur mi jefa me dijo: Emilio recuerda que el jueves viene el señor que limpia la vitrina y debe firmarte el libro, imprimir la boleta y debes darle los quince mil pesos. La primera semana de vacaciones debes hacer el pedido de los suministros y la segunda es para pedir lo que haga falta en la tienda; mientras tanto no olvides cuadrar la caja y corregir el horario. Otra cosa muy importante es que don Juan vendrá tres veces por semana a buscar las planillas diarias y por eso hay que ir a depositar a primera hora d la mañana. Lo que sí es muy importante es lo de la mercadería, aunque lleguen setenta cajas ninguna puede estar en la sala de ventas, si no tienes espacio utiliza la imaginación por favor… mucha suerte y lleguen a la meta porfa.

Bueno, el primer día como encargado de la tienda llegue 10 minutos tarde por un corte en la calle principal, hice alrededor de nueve cambios con un valor de un peso y sin evadir una nota de crédito de las que nos tienen prohibido hacer, entre gritos y argumentos pudimos salir adelante, así que aquí me mantengo con una caja de galletas en una mano y en la otra deambulo por los pasillos con un café bien cargado, el mejor compañero para las próximas tres semanas de jaqueca.