Al oír mis pasos el Barón levanto la vista del tablero y dijo con una amplia sonrisa:
-¡Ah! Por fin has llegado. Juin ha iluminado bien tu camino hasta aquí.
-Que la Luz bendiga también tus pasos excelencia.
El Barón hizo aspavientos con una mano y escancio una copa de lisonja para ofrecérmela a continuación:
-dejémonos de títulos y ceremonias Maestre. Ven aquí conmigo, bebe, asómate al balcón y contempla estas impresionantes vistas.
No acepte la copa por supuesto, en cambio sí que me acerque y observe impresionado el legendario Mar de Arena meciéndose tranquilo bajo la plateada mirada de la Señora. El sonido de las olas de arena chocando lánguidamente contra el puerto llegaba hasta allí arriba junto con un aroma de sal y especias. Las estrellas cubrían la bóveda y una cálida brisa agitaba mis escasos y grises cabellos.
-¿No es hermoso? dijo el Barón.
-Igual o más que la primera vez que lo vi, cuando era apenas era un jovenzuelo.
-Me cuesta imaginar Maestre que hayas sido alguna vez joven.
-Fue hace tanto tiempo que a veces también me pregunto si lo fui alguna vez. respondí con una sonrisa.
La mano regordeta del Barón cogió fruta de un cuenco y la llevo a la boca de este con avidez.
-Normalmente te habría llamado para que acudieras a mi palacio simplemente por tener una conversación con uno de los más grandes Sabios de nuestro tiempo, ya quedáis muy pocos. Pero la realidad es que te he hecho llamar por un acontecimiento extraordinario. Venid conmigo.
Acompañe al Barón a otra sala, mucho más oscura y pequeña. En el centro había un altar de piedra y sobre el un cuerpo cubierto con un lienzo. Un plateado haz de luz entraba por un ventanuco en el techo e iluminaba el altar.
-Fue hace tres noches.- empezó a relatar el Barón -Las estrellas giraban hacia el solsticio y Selene estaba oculta en el cielo. Entonces los astrónomos predijeron un gran cambio... Hace tres noches una terrible tormenta se desato sobre el mar.Tan grande y tan violenta era , que pensamos que se acercaba el final del mundo conocido. Miles de nuestros barcos atracados fueron arrancados del puerto y arrastrados a alta mar, y allí se hundieron para siempre. La tormenta duro un día entero y a la noche siguiente todo volvía a estar en calma. Agradecimos a Juin con generosos sacrificios que hubiera sido capaz de aplacar la ira de su esposa una vez más. Entonces vimos lo extraordinario: un enorme barco había encallado en los acantilados de BaanCrist y por la playa habían aparecido cientos de cuerpos muertos de criaturas que jamás antes habíamos visto. Criaturas como esta.
Y el Barón retiro el lienzo
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