Me extraña como, un destino tan cerca de mi casa (unos treinta minutos aproximadamente), me había quedado desconocido, aún.
Lo he encontrado en internet, por casualidad, y la verdad que me ha intrigado no saber nada, ya que según las fotos todo parecía bonito: unas gorgas a Santa Llucia de Puigmal.
Dejando el coche hasta lo más próximo posible, hemos seguido a pie.
El camino iba por el bosque, pero había bastante amplitud.
En octubre, el bosque es lo más bonito.
Un abanico de colores. A los árboles de hoja caduca y los que aún no se le había descolorido todas las hojas (algunas eran verde claro, algunas amarillas, marrón, rojo) se le añadía el azul intenso del cielo.
No había ninguna nube, el cristalino parecía congelado, ya qué hacía bastante frío.
Todo ha sido bonito hasta en un momento que nos hemos dado cuenta que íbamos un poco a la deriva.
Un camino largo que no se acababa. No se si nos ha parecido más largo de que era de verdad por tal de pararnos y admirar toda la belleza que solo la naturaleza misma está capaz de ofrecer.
Lo cierto es que (por tal de no saber a donde íbamos y al frío) hemos decidido volver.
Antes de llegar al coche hemos visto un cartel donde nos informaban que por allá mismo pasa el Meridiano Verde.
La información era detallada sobre el significado y decía que empieza en Dunkerque, pasa por Paris y acaba al Masnou, y conmemoraba el descubrimiento de la unidad del metro (100cm)
El grande cuadro que había pintado la naturaleza nos ha compensado el esfuerzo. Aún más: hemos aprendido algo.
Sin embargo, aún queda pendiente por visitarlo.
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