Yele son unas mujeres fantásticas que picantean los cuentos de algunas culturas.
Jóvenes muy guapas, vestidas con ropa de tela transparente, algunas con su propio pelo muy largo, atraen los hombres y aprovechan de ellos.
En una noche de verano un joven salió de su casa en el patio, porque hacía mucho calor.
Sentía un murmullo. Parecía que alguien lo está llamando. Vio algo incierto como un fantasma en la luz de la luna.
La curiosidad lo empujó hacía adelante. De repente, sentí un deseo de ver más, de oír, de sentir...
Se iba... como una oveja muda, como un cordero al matadero...
Un poco más y... la VEO! gritó.
Era tan guapa! Sus formas redondas sobresalían desde el vestido transparente.
El joven se frotó los ojos para estar seguro que no tenía alucinaciones.
Iba detrás de ella. Un camino bonito: una alfombra de flores. Los grillos se sentían cada vez menos; en cambio una canción alegre y risas.
Había muchas jóvenes que hacían una mena de fiesta campestre.
“Hechizado”, se metió exactamente en el círculo que habían formado estas Yele.
Esta ha sido la primera noche. Cada vez que intentaba acercarse de ellas, ellas se alejaban de el.
Las han seguido noche tras noche. Vivía solo por disfrutar de los bailes campestres. Se había adelgazado mucho.
Una vez estuvo tan cerca de una, que estiró la mano para tocarla. Se la retiró enseguida: tenía el palomo quemado. Una quemadura muy fuerte, como si había tocado hierro encendido.
...................
Se despertó con dolores en todo el cuerpo.
Era muy delgado y apenas se pudo mantener de pie, en levantarse.
No se acordaba de nada. Su madre le dijo que lo encontraron en un prado, no muy lejos de casa. Dijo: ““La hierba estaba tan aplastada, com si había ido un tractor por allá “.
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