INSOMNIO

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 De esbelta figura, cuidada melena oscura y frases siempre irientes, Raquel era tan bella como impertinente. Hacía tres años que se había casado con mi único hermano.

Desde que nos quedamos huérfanos, Adrian, seis años menor que yo, se había convertido en el motivo de todos mis desvelos. Le ayudé a cumplir su sueño de convertirse en profesor de álgebra en la Universidad y le procuré toda suerte de preparados homeopáticos que mejoraran su salud que distaba de ser óptima. Luego, conoció a Raquel y aunque la amaba, no se me escapaba el hecho de que mi hermano no era feliz. Una tarde coincidí con mi cuñada por la calle y convinimos en tomar un café en el bar más próximo. No dejó pasar la ocasión de censurar mi abrigo, mi peinado… tras de lo cual hablamos de nuestros mutuos problemas para conciliar el sueño. Al día siguiente, me presenté en su casa para llevarle un frasco, de origen homeopático, que resolvería su insomnio de forma definitiva. Cuarenta y ocho horas más tarde, Adrian yacía en la cama de un hospital con un grave  envenenamiento de hígado.

Pasé dos años en prisión. Cambié mi libertad por la de mi hermano pues Raquel se marchó de su vida. Hoy en día, Adrian está saliendo con otra mujer de carácter adorable. Hemos quedado un par de veces y las veladas que han sido muy gratas.

 Por ahora, no parece tener problemas de insomnio…


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