Hay muchas las supersticiones respecto a los muertos, y más aún, las que explican el momento cuando una persona pasa en “otro mundo “.
Una de las más conocidas, es, conforme lo dicen, que la persona que muere repentinamente , puede coger en su último “viaje”, a alguien: un ser querido o a alguien que culpabiliza de su muerte.
Mi padre sufrió mucho antes de su deceso, debido a unas substancias que las han administrado una “buena samaritana “, que vivía, no a lado sino la siguiente casa de mi padre. Con el pretexto de vivir solo (así ocurrieron las cosas), lo visitaba muy a menudo, trayéndole aveces, comida.
Se había adelgazado mucho, últimamente apenas podría hablar y/o comer.
Murió en la fatídica mañana de 23 de septiembre, a las 3 horas.
Es posible que antes de morir quiso decir algo, pero no tuvo fuerza.
Al entierro, había bastante gente, pero uno de los sepultureros estaba borracho.
Antes de empezar a bajar el ataúd, mi padre abrió los ojos: muy grandes, como de vidrio.
Seguramente, tuvo la intención de decir algo antes de morir pero no tuvo la fuerza necesaria.
Un momento de pánico: la gente se echo para atrás. Todos caieron (la boca) sin saber qué creer.
Después de unos minutos de silencio, mi madre ordenó que se bajara el ataúd.
Al borracho le temblaban las manos. Junto con los demás sepultureros, empezaron el procedimiento.
Estaba tan alterado que se le escapo las manos y cayó directamente enzima del muerto. Gritaba muy fuerte: sacadme de aquí!, Sacadme de aquí!
Seguramente, en aquel momento se le ha ido la borrachera y todo.
Lo sacaron, pero era más pálido que el mismo difunto.
Pienso que la próxima ha ido sin beber ni una gota.
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