SABIA A LO QUE VENIA
Por Jesús de Juana
Enviado el 16/03/2022, clasificado en Adultos / eróticos
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Quedé con Ana en vernos en mi casa para preparar un trabajo del master sobre energía fotovoltaica. El trabajo tenía dos partes, una la hacían otros dos compañeros y nosotros la otra. El trabajo tenía que estar para presentarse el lunes por la tarde y aún nos quedaba reunirnos los cuatro para unificar los trabajos.
Como no teníamos disponibilidad en espacio en la universidad al ser sábado, le propuse hacerlo en mi casa el sábado por la mañana. Ana aceptó encantada, yo sabía que iba a aceptar antes de que me contestase, porque desde que empezamos el master siempre estaba pendiente de mí y le parecía bien todo lo que yo decía, aunque no fuera correcto y tuviéramos que rectificar posteriormente. ¿El motivo?, le gustaba y estaba obsesionada conmigo, eso se nota.
El viernes a medio día me llevé yo a casa toda la documentación necesaria en el coche para que ella no tuviera que desplazarse cargada en el bus. Le dije que quedáramos a las diez de la mañana con el pretexto de que así tendríamos tiempo de sobra para acabar el trabajo antes de comer y tendríamos la tarde libre. La verdad es que estaba pensando en follármela en cuanto entrase por la puerta de casa y luego hacer el trabajo.
Eran las diez menos cuarto cuando sonó el timbre de la puerta y yo estaba acabando de tomarme el segundo café de la mañana para despertarme. Miré el reloj y pensé que me tenía más ganas aún de lo que yo pensaba. Iba a ponerme algo más decente que los calzoncillos que llevaba y una camiseta y entonces pensé que para qué, si pensaba desnudarme en cuanto entrase.
Nada más abrir la puerta me la encontré con un atuendo más propio para salir de marcha que para hacer un trabajo con un compañero, falda corta y camisa blanca con más botones abiertos de lo normal, casi se le veía el ombligo y subida a unas sandalias con unos diez centímetros de tacón. Mostró una sonrisa un tanto seductora con la mirada fija en mis ojos que no dejaba lugar a malos entendidos. En ese momento desapareció cualquier resquicio de duda de lo que pensaba hacer.
Me retiré a un lado de la puerta para dejarla entrar. Me dio los buenos días y le contesté que iban a ser buenos de verdad. Nada más entrar me pegué a ella por detrás y le puse las manos en los pechos estrujándoselos un poco. Echó el culo hacia atrás para presionarme la polla y recostó la cabeza sobre mi hombro. Bajé una mano a su sexo y la metí dentro de las bragas, tenía el coño totalmente depilado, perfecto. Presioné en la zona del clítoris e inmediatamente le metí dos dedos, ya estaba muy mojada.
No quería que se corriera antes de que me la chupara, la quería totalmente encendida y excitada y que hiciera lo que yo quisiera a la espera de que le llegara su turno para correrse.
Retiré las manos de donde las tenía y se las puse en los hombros haciéndola girar. Una vez estuvimos frente a frente se los presioné para hacerla descender y lo entendió inmediatamente. Descendió hasta quedar en cuclillas y sin mediar palabra me bajó los calzoncillos y se metió la polla en la boca.
No me esperaba que supiera chuparla tan bien, siempre había pensado que debía ser una chica apocada en el sexo, craso error por mi parte. Empezó a chupar el capullo y enseguida me la engullo hasta su garganta teniendo un amago de arcada, lo que hizo que generara saliva a mogollón.
Se la sacó de la boca y un grueso hilo de babas colgó entre ambos como si nos mantuviera unidos. Con la mano la recogió y la esparció a lo largo de la polla mientras se metía un huevo entero en la boca y jugaba con la lengua hasta dejármelo totalmente ensalivado para masajearlo.
Volvió a metérsela en la boca y empezó a ascender y descender apretándome con los labios mientras yo me mantenía todo lo quieto que podía evitando correrme. Nunca me imaginé que supiera chupar como lo hacía y que tuviera tanta práctica, lo que implicaba que se tenía que haber comido unas cuantas pollas. Mi opinión sobre ella cambió radicalmente.
Supe que no iba a poderme aguantar más y lo quería todo de aquella mamada. Le cogí con las dos manos del pelo para inmovilizarla y empecé a follármela por la boca. Cada vez que llegaba a la garganta daba arcadas sin hacer intención de retirarme, lo que me encendía cada vez más. Aminoré las embestidas en el momento de correrme y se la saqué casi entera. Ya me estaba corriendo cuando se la metí entera y acabé de correrme presionando su garganta. Noté como se tragaba la leche al tiempo que la presionaba con la lengua.
La alcé de los hombros y le desabroché la camisa. El sujetador dejaba los pezones desnudos y allí puse la lengua. Dos lengüetazos y los agarré con los dientes presionándolo con la lengua. Su respiración estaba muy agitada. Cambié de pecho al tiempo que metía la mano en sus bragas. Ahora estaban empapadas.
La cogí de la cintura y le levanté en volandas para llevarla a la mesa donde estaba toda la documentación para hacer el trabajo. Con su ayuda la dejé de pies en la mesa y la quité las sandalias, me quedaba demasiado alta. Ella se subió la falda hasta la cintura y yo la bajé las bragas.
Le dije que abriera las piernas, lo justo para meter la mano en medio y poder llegar a su culo. Metí el dedo gordo en su coño para lubricarlo y en el momento que la lengua tomó contacto con su sexo, introduje el dedo en su recto y ella se agarró a mi pelo para aplastarme la cara contra el coño. No tuve que esforzarme demasiado. En menos de dos minutos estaba gimoteando mientras se corría con mi lengua agitándole el clítoris.
La ayudé a bajarse de la mesa y cuando nuestros ojos se encontraron me dijo que había sido cojonudo y los dos nos echamos reír.
Vamos a ponernos a trabajar y si acabamos pronto jugamos otro rato – dije.
Yo seguiría jugando ahora mismo, aunque tienes razón, lo primero es lo primero – respondió, añadiendo a continuación con una sonrisa que así me daba tiempo a recuperarme.
Mientras ella ordenaba la documentación yo me fui a la cocina a preparar dos cafés, nos vendrían bien después del sexo. Pasé por mi habitación y aproveché para estirar un poco la cama y recoger la ropa sucia del suelo. Abrí el cajón de la mesilla y saqué una pastillita azul del blíster. Mientras salía el café me la tomé, seguro que nos vendría bien a los dos cuando acabáramos el curro que teníamos pendiente.
Tardamos menos tiempo del que habíamos calculado para acabarlo. Flotaba en el ambiente cierta complicidad que facilitó mucho la labor. Cuando teníamos opiniones contrarias en algún punto las resolvíamos inmediatamente y seguíamos adelante. Dos horas más tarde teníamos el trabajo acabado y listo para imprimir.
Viendo lo lenta que iba la impresora, calculamos que tardaría un rato en acabar de imprimir las cuatro copias. Me puso la mano en la polla y dijo que podíamos aprovechar el tiempo. Me levanté, le puse la mano en el culo y la empujé hacia mi habitación mientras se quitaba la camisa, el sujetador no se lo había vuelto a poner.
Gracias al aditivo médico conseguí correrme tres veces y ella dijo que no podía con más orgasmos. Habían pasado más de dos horas y nos quedamos dormidos. Eran más de las seis de la tarde cuando nos despertamos muertos de hambre. Pedimos dos pizzas por teléfono y nos fuimos a la ducha juntos.
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