NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE

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 A mediados del verano del año 2.008 mi amiga Elisa Valdés que siempre ha sido una mujer muy consciente de su espectacular belleza, ya que es una joven alta y esbelta; de sinuosas formas; morena y con unos preciosos ojos negros animados por un singular magnetismo capaz de embrujar a cualquier hombre; además que dicho encanto natural está acentuado por una espontánea distinción que emana de su persona cual una radiante aura capaz de iluminar a todo su entorno, salió a primera hora de la tarde de la sucursal bancaria de Barcelona en la que se ganaba la vida dispuesta a ir a almorzar en el hogar de sus padres.

Por otro lado, ella tenía un novio llamado Andrés, que era un ejecutivo de su misma edad que era asimismo un compañero laboral con el que esperaba casarse pronto; y como además la chica era una aficionada a la música ligera; tenía buen oído, solía ir a cantar una vez a la semana a un bar musical cualquier canción melódica de todos los tiempos. Así ella para compensarse de la aridez de su rutina diaria daba vía libre a su instinto creativo y deleitar al público con su arte.

Sin embargo un día en el local irrumpio un sujeto algo mayor que Elisa, que iba elegantemente vestido con un traje gris perla; y sobre todo con una actitud que denotaba una gran seguridad en sí mismo, el cual se sentó en una mesa que estaba muy cerca del pequeño escenario en el que la chica actuaba y no dejó de mirarla todo el rato con fijeza. Parecía que aquel cliente la quisiese hipnotizar.

Cuando Elisa terminó su actuación aquel cliente la quiso conocer personalmente. Se levantó de su asiento, y la invitó cortesmente a sentarse a su mesa.

- Cantas como los ángeles, y quiero que seamos amigos - le dijo él con una seductora sonrisa.

- Gracias. Esto lo hago por hobby, porque yo en realidad trabajo en un Banco - respondió ella.

- Yo me llamo Manuel Garcés, y me dedico a la Exportación e Importación. Pero ahora quiero obsequiarte con el mejor cava de la casa, por lo muy bien que cantas, que sin duda esto no deja de ser un reflejo de tu magnífica sensibilidad que yo admiro. Y no acepto ninguna negativa.

- Oh, eres muy amable - le respondió Elisa muy halagada.

A juzgar por el talante resuelto de aquel sujeto, y por la autoridad con que se desenvolvía para pedir la deliciosa bebida al camarero, Elisa dedujo que éste disfrutaba de una holgada situación económica; no era ningún pelanas o "nuevo rico" que aparentase un buen nivel de vida que no tenía para granjearse su amistad como muchos otros tipos que había conocido. Y no se equivocaba, dado que el tal Manuel, era un gran conversador; era todo un señor puesto que dispensaba una atención exquisita a mi amiga Elisa; sabía escuchar como nadie lo que ella le pudiera contar, dando a entender que ésta se hallaba ante un hombre de mundo. Por tanto la cantante quedó totalmente subyugada del carisma de aquel cliente; así que una vez que él estuvo seguro de haber ganado en cierto modo su confianza, se empeñó en invitarla a cenar a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, a lo que ella aceptó sin reserva alguna.

El hecho que Manuel Garcés invitara en aquella ocasión al cava de mejor calidad a la cantante, así como luego la llevara al restaurante de más postín de la Ciudad Condal, no era más que la punta del iceberg de aquella situación puesto que aquel hombre posteriormente la llevó con su lujoso yate que lo tenía a resguardo en el puerto del Masnou (un pueblo marítimo del litoral barelonés) a pasar un fin de semana a una de las playas más salvajes y pintorescas de Menorca donde le aguaraban unos amigos un tanto estrambóticos. Y a la vuelta Manuel la invitó a pasar unos días a su lujosa mansión precedida por un cuidado jardín romántico que estaba situada en Pedralbes, que es la zona alta más rica y residencial de la ciudad donde estuvo atendida como una princesa por una eficaz  sirvienta y un mayordomo que cuidaba del dueño del lugar.  Por otro lado, el habitáculo albergaba notables obras de Arte sean cuadros o esculturas.

Elisa no salía de su asombro y tenía la sensación de estar dentro de una nube rosada, de una película sobre la alta sociedad americana; así como cada vez se sentía más deslumbrada del alto nivel económico de Manuel por lo que no tardó en enamorarse perdidamente de él. De manera que decidieron vivir juntos y cada vez que la pareja hacía el amor, Elisa veía a su vida anterior muy lejana en el tiempo, difusa y carente de interés. 

- Conmigo no tendrás que volver a trabajar nunca más, y podrás dedicarte a la música tanto como quieras - le dijo él.

Elisa tuvo que encararse con Andrés, su anterior novio del Banco, que en aquel momento lo vio como a un pobre diablo y rompió bruscamente con él. El joven desconcertado no acertaba a saber a qué se debía aquella ruptura, pero no tuvo más remedio que rendirse a la evidencia y solicitó cambiar de oficina para no sufrir al tener que ver todos los días a su examada.

Como era de imaginar la joven quiso presentar a sus padres su flamante pareja, y organizaron una cena íntima, en la que sus progenitores quedaron encantados de tanto lujo.

- Que suerte ha tenido la nena de encontrar a un mirlo blanco como este - le dijo el progenitor de la chica lleno de orgullo a su mujer cuando estuvieron a solas. 

Mas ¿Cómo podía ser que hubiese alguien con un nivel económico tan alto en un contexto social de una devastadora crisis económica que castigaba a medio mundo y que había dado lugar a la muerte de innumerables empresas y a la ruina de muchas familias? ¿Por qué Manuel Garcés nadaba en la abundancia mientras que en su su entorno era todo lo contrario? ¿Por qué él iba al revés de los demás? No dejaba de ser una situación anormal que escapaba de toda lógica.

Elisa lo supo muy pronto. Su "príncpe azul" de la noche a la mañana desapareció del mapa sin dejar rastro puesto que por un lado la policía lo buscaba por evasión de impuestos, y blanqueo de dinero, y por el otro lado estaba amenazado de muerte por sus compinches a causa de una de una deshonesta operación comercial, dado que él pertenecía a una  peligrosa banda de narcotraficantes.

Ahora la estupenda Elisa Valdés vive en el hogar de sus padres; ha reemprendido su labor en la oficina bancaria, y ha tenido que aprender a constatar que en este mundo, no es oro todo lo que reluce.

                                                                         FRANCESC MIRALLES

                                                  

 

 


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