La figura de cerámica
Por Hercule Torvisco
Enviado el 19/04/2022, clasificado en Varios / otros
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Muchas veces he estado tentado de deshacerme de una blanca, grande y arrugada bola de papel, perfecta en su esfericidad; está en uno de los lados menores de un grueso y rectangular tablero de mármol, veteado en negro, lleno de otros objetos de variadas formas, perteneciente a una cómoda de madera de pino provista de dos alineados cajones encima de tres cajones largos.
(¿Qué hace aquí esta bola de papel? ¿La he hecho yo y cuándo?, me he preguntado, en más de una ocasión, lanzando sobre ella una mirada rápida y fugaz -esto es importante-, para acto seguido deslizar una de mis manos por el aire con la intención de atraparla, cosa que al final no hacía.)
Sólo que no es una bola de papel, sino un objeto de adorno vulgar y barato, que bien mereciera estar en el cubo de la basura o en la calle, a salvo en cualquier lugar, para que alguien lo rescatase y lo instalase en su casa.
He aquí la descripción: es una figura de cerámica, de ocho centímetros de alto, siete de ancho y seis y medio de profundidad, hueca (el agujero está escondido en la base) y blanca como la nieve, a excepción de algunas líneas negras, trazos definitorios, y un par de toques de color.
Representa a un animal antropomorfo, una regordeta cría de elefante tocando una concertina; el fuelle desplegado en toda su extensión. Las pestañas pintadas son largas, y el color rosa aparece en una pajarita al cuello, así como en el interior de una flor blanca -cáliz tubular, corola en forma de trompeta- con dos hojas verdes que, inexplicablemente, brota de su costado izquierdo; una de las hojas verdes de la flor está encima del extremo peludo de la cola, esta curvada y pegada al corpachón.
La cría de elefante está sentada y le falta completamente la trompita, la cual estaría erguida en sintonía con la alegre música proveniente de la concertina.
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