El último pétalo de la flor era un no. Fue un no... Para nosotros.
Nos tocó la respuesta que siempre tuvimos a lo largo de esta relación.
Desde el primer momento en que estos sentimientos empezaron a surgir, yo supe que no convenía, no éramos el uno para el otro.
Porque tu corazón seguía perteneciéndole a esa otra persona, por más que dijeras que se había acabado.
No te dabas cuenta o no querías hacerlo, pero para mí fue bastante claro. ¿Desde cuándo es natural llevarte bien con tu ex?, ¿Usar sus regalos, guardarlos con cariño?, ¿O querer mantener una amistad, como no queriendo soltar a esa persona?
Es injusto que me digas que te gusto mientras que seguís aferrándote a esa persona.
Y yo caigo redondo, porque como las tontas hacemos eso, caemos redondo al amor.
Solo caemos.
Mientras que éramos blanco y negro en nuestros gustos, costumbres e ideas, con ella coincidías en todo.
Nos decíamos que era mejor así, porque de esa forma nos complementaríamos.
Fue una excusa muy superficial para seguir soñando con permanecer juntos, ignorantes a todo.
Y a mí solo me frustraba, porque conmigo era esforzarse a estar bien. Pero con ella todo te salía natural.
No entiendo, ¿Por qué me haces esto?
Y cuando tuvimos el momento oportuno para sacar todos los trapitos al sol, tampoco entiendo, ¿Por qué no te solté?
Me imaginé una rutina sin nuestras conversaciones, sin mi confidente de secretos, momentos íntimos y me angustiaba.
¿Con quién más me podría aliviar emocionalmente, desahogarme y pasar el rato?
Eras mi amigo, mi amigo al que amaba en secreto
Y después me dijiste que te gustaba, pero con otra más en tu mente.
Tampoco te quise lastimar al retenerte, pero me ataste tan fuerte... Sin ningún nudo para deshacer y soltarme.
No sé si alguno tuvo la culpa o ambos somos inocente.
Pero al final se terminó cumpliendo mi mayor miedo y salí herida.
Duele, duele mucho.
Por favor no me sueltes.
Y olvidala.
Pero a ella, a mí no.
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