Qué difícil está siendo dejarte ir. Me acostumbré a ti más pronto de lo que me había acostumbrado a nadie. El paso de tu vida por la mía fue breve, pero intenso. He vivido amores largos, pero incluso ha sido más fácil cerrar el capítulo. Resulta humillante, ¿sabes? Lloro en cada rincón de la escuela, en medio de clases, en los baños, por los pasillos. Esto del desapego no es lo mío, no sé cómo la estés pasando tú, pero al menos tienes una red de apoyo. Yo todavía soy una forastera, no puedo llamar amigo a nadie aún. Tú eras lo único que tenía.
Tengo que vivir en “silencio” este dolor. Mi familia tiene buenos motivos para sobre preocuparse, piensan que voy a matarme en cualquier momento. Por eso lloro en silencio, a escondidas, tengo que demostrar de algún modo que soy fuerte y que quiero vivir. Aunque tú ya no estés.
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