-¿Me quieres?, Preguntó ella
-por supuesto, respondió el hombre
-¿más que a tu mujer? Volvió a preguntar ella
-claro que sí. respondió el
-¿llegaré a conocerla? Siguió preguntando
La besó en los labios cerca de la última herida causada por su puño, acarició su rostro desfigurado mientras ella callaba su dolor.
Se alejó abriendo la puerta que le llevaría a la calle, ella se asomó a la ventana y observó como su amado se detenía en la primera floristería de la esquina, le vio salir con un bonito ramo entre los brazos y lloró largo y tendido celosa de su mujer; se la imaginaba bella, con un cuerpo lleno de curvas como a él le gusta con la piel clara y tersa; amada por su marido, llena de cariño, cargada de sueños e ilusiones, al tiempo que pensaba esto se acercó al espejo y observó su triste rostro lleno de moratones, sus lindos ojos azules envueltos en llanto, su cuerpo deshecho por las golpizas y sintió más celos, más rabia.
El hombre siguió su camino a casa como cada mañana; después de que la culpa le arrancara las entrañas se adentró en el cementerio y depositó el bonito ramo de flores junto a la tumba donde dormía eternamente el cuerpo de su mujer.
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