EL LECTOR SUPERFICIAL
Por franciscomiralles
Enviado el 03/06/2022, clasificado en Reflexiones
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Hace unos cuántos años que fui invitado a una boda de un amigo, y en el banquete que se celebró más tarde en un restaurante en las afueras de la ciudad, en la mesa me tocó sentarme frente a un sujeto de mediana edad con gafas que era a su vez un primo de la novia llamado Oriol, el cual no dejaba de presumir de ser un consumado lector.
- Yo, es que no me canso de leer. Y tengo en mi casa un montón de libros - decía él con orgullo a los comensales que estaban a su alrededor.
- ¿De veras? Eso está bien. ¿Y qué libros tienes? - le inquirí yo con interés.
- Ah. A mí me gustan los libros que me emocionen y que tengan acción. Ahora he terminado de leer la novela EL COLOSO EN LLAMAS del autor Richard Martin Stern, de la que en el año 1974 han hecho una estupenda película. También en su día leí la novela EL PREMIO NOVEL, de Irwin Wallace.
- O sea, que eres un entusiasta de los best.sellers.
- Claro. Por algo son los libros más vendidos - me respondió Oriol.
- Ya. ¿Y no te gustan los clásicos tanto antiguos como modernos? Hay obras muy buenas.
-¡Bah! De ésos no leo ninguno, porque son muy pesados y aburridos. Además son de otras épocas que ya no existen.
Entonces pensé que la predilección literaria de Oriol estaba muy vinculada al mundo de la imagen determinada por el marketing de las películas de Hollywood en las que predominaba por encima de todo la acción, a la par que un estereotipado amor romántico.
Es cierto que hay buenos best- sellers que consiguen atrapar enseguida la atención del lector y que están perfectamente documentados como por ejemplo puede ser la novela EL PREMIO NOVEL en la que se explica al detalle los entresijos de esta solemne celebración de todos los años en Suecia. Mas es evidente que a muchos de estos autores de novelas de consumo el editor les obliga a escribir estas historias más que por un interés liteario propiamente dicho para obtener óptimos beneficios económicos. La narrativa de estas historias casi que se confunde con las imagenes de nuestra mente, razón por la cual luego seran adaptadas para la gran pantalla ya que todo es un negocio. Sin embargo muchas de estas obras son flor de un día, por lo que difilcilmente pasaran a la historia de la literaura.
Decía el filósofo y novelista existencialista Albert Camus que la novela norteamericana prescinde de la vida interior de los personajes; de sus anhelos y de sus dudas vitales para centrarse únicamente en el vivir hacia afuera, cuando la duda es precisamente el punto de partida para ir en busca de una verdad. Es decir, que los protagonistas literarios americanos hacen esto y lo otro; van de aquí para allá para resolver sus problemas y poca cosa más. Esto es como si el pueblo americano considerara que los europeos viviéramos en una nube; que nuestro pensamiento especulativo a lo largo de la Historia fuesen simples quimeras; o buscamos tres pies al gato.
No creo yo que la mayoría de los americanos nos tengan a los europeos por unos soñadores empedernidos, pero sí que es verdad que esta nación está influida por una filosofía llamada PRAGMATISMO (hay que ser práctico) del pensador William James, que era hermano del estupendo novelista Henry James y de otros, quien dijo que Dios no está en un altar sino que es verbo; es decir acción y que esta repercute en el hombre. Hay que recordar que muchas veces una filosofía no se limita a ser un discruso enrevesado, sino que constituye una forma de vivir. Por eso mismo este hombre debe de darle curso en su vida a la acción que es Dios, en beneficio propio y de los demás. Es aquello de "ayúdate, y te ayudaré". Esto tiene su razón de ser dado que el pueblo americano se ha ido forjando con la infinidad de emigrantes que venían de otros paises del Viejo Continente económicamente débiles y que han tenido que trabajar muy duro para salir adelante.
En mi pais, infinidad de gente me ha dicho que yo leo mucho. La cuestión no es en absoluto la cantidad de libros que yo haya podido leer. Podría haber leído tantas o más novelas de ocasión como Oriol, el consumado lector de best-sellers que conocí en aquella boda, pero que sería tanto como haberme tragado mucha hojarasca. Lo importante es haber leído las obras más significativas de la historia de la literatura que forman parte de nuestro acerbo cultura; sobre todo del más genuino sentido humano a nivel universal y que nos hagan sentir y a la vez hacernos reflexionar; aunque esto no quiere decir que tengamos que aplaudir a todos los autores consagrados, pues pueden haber textos que no coincidan con nuestra sensibilidad o nuestro pensamiento pero que no obstante no dejan de reafirmar nuestro mundo interior.
Importa más el "qué" que el "cuánto". Pues el hecho de que al cuánto - cantidad de libros leidos- se le confunda con el qué -calidad de obras literarias- para mí tiene que ver con una postura nihilista (negación del ser) que empezó a mediados del siglo XlX cuando el Romanticismo a tenor de los problemas sociales que afectaban a la sociedad euripea dejó de estar de moda y propició un desencanto anímico en la gente. por lo que el filósofo alemán Nietzchen se refirió a la muerte de Dios; que por supuesto no es que él de repente decidiera pegar un tiro dialéctico a dicha deidad, sino que éste ya se había encontrado con que la sociedad de su tiempo había dejado de creer en la cultura trascedental y cristiana en la que hasta entonces se había apoyado, y que por extensión repercutía fatalmente en la creencia en uno mismo. El sujeto andaba a la deriva emocional, y este virus nihilista de aquellos años todavía perdura en la actualidad y está lejos de desaparecer.
De ahí que a la superficialidad cultural y mercantilista de la que hacía ostentación aquel tipo llamado Oriol ensalzando a los best-sellers de tres al cuarto no hay más que un paso, porque como he dicho anteriormente estos libros no dejan de ser flores de un día y nada más.
FRANCESC MIRALLES
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