No estéis tristes cuando no esté, cuando nuestras conversaciones se echen en falta, cuando se haga presente el hueco en la mesa. No os olvidaré y sé que vosotr@s a mí tampoco y eso es algo hermoso.
Siento orgullo por la tierra en la que nací y cariño por las personas con las que conviví en ella, muchas de las cuales me despiden ahora con un aplauso cerrado y lágrimas en los ojos, sin querer marchar de mi lado, intentando de que el tiempo se detenga, cuando menos por un instante.
Mi madre y mi padre escogieron mi nombre, pero la vida me dio otro: fortaleza, que podría haber sido también sacrificio o resiliencia.
Muchas fueron las pruebas superadas, en gran medida a un alto coste, siempre con la esperanza del nuevo día que promete el ocaso y que cumplen los rayos de sol al amanecer.
Quise y fui querida, luché por los míos y también ellos y ellas estuvieron junto a mí cuando los necesité.
Gente que me importasteis, personas a quién os importé estáis ahora alrededor de mí, como fue siempre, como es hoy.
Recordad mi sonrisa,
recordad mi energía,
recordad los momentos que vivimos juntos: los días claros, pero también las tormentas.
Recuerdos de nuestras vidas.
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