Complices.Conociendo el mundo Swinger. Luisa cuenta su experiencia 1ª parte

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Soy Luisa.

Ahora, como José os comentaba, me corresponde contaros mi experiencia vivida en aquel club de parejas Swinger cuyas costumbres, normas y vivencias no habíamos conocido nunca, salvo por algunos comentarios escuchados que a todas luces nos parecían exagerados: pero primero voy a presentarme a los lectores.
Soy una mujer de 1.64 cm y por aquella época de unos 68 kg, con un coqueto pecho de una 90 , piernas fuertes y pronunciada cintura, que hacía resaltar unas esplendidas caderas y un llamativo y sexual culo ; como suele decirse ," en mi punto de mujer madura que los años no han cambiado mucho ".
Me había educado y criado en un ambiente casto, donde todo lo que estaba bueno era pecado o engordaba.

No he sido una mujer ardiente ni deseosa de sexo, con lo que tenía en mi matrimonio era suficiente para mí, me excito como cualquier mujer pero no lo busco , aunque cuando entro en el juego es cierto que es tal mi placer que tardó mucho en sentirme satisfecha.
Cuando conocí a José, me mostró un amplio abanico de ideas nuevas a las que por mi formación moral eran poco menos que motivos para pasar bastantes años en el Purgatorio.
Poco a poco me hizo ver que la vida y la convivencia entre personas, en la realidad no se limita solamente a tomar unas cañas o salir de cena o comida, hay mucho mas juego entre parejas de lo que se puede imaginar, pero no todos tenemos la mente preparada o la pareja adecuada para ello.

Para eso, tiene que haber confianza, estabilidad y complicidad, sin que sea necesario vivir en una relación abierta se puede ampliar el mundo del placer a límites muchos más amplios, sin renunciar por supuesto a las diversiones habituales, con la complicidad compartida de tu pareja. Y ese fue mi caso.   
Cuando aceptamos la invitación de Carlos y Lola nunca pensamos que en aquel lugar íbamos a vivir experiencias nuevas impensables para nosotros, escasos días atrás.
Nuestra relación con Carlos y Lola era de amistad sin haber llegado a más, es cierto que entre nosotros había nacido una gran confianza, salíamos a bailar, al cine o a cenar y nunca  hubo tocamientos, salvo los inevitables de bailar cambiados en pareja, que ponía cierto morbillo entre nosotros.
 Nuestras conversaciones eran de todo tipo, futbol cine, acontecimientos y también como no de sexo, pero no se habían hecho insinuaciones de intercambio, salvo Carlos con sus bromas sobre lo apetecible que me veía y que  tomábamos como broma, en el mejor de los sentidos.
En el club de parejas, cuando Carlos me cogió de la mano para enseñárnoslo, sentí un escalofrió, nunca pensé en los acontecimientos que iban de suceder, así que cuando vi que Lola se despojaba de su pareo quedando totalmente desnuda y se agarraba a mi marido,  me quité la prenda que apenas si me cubría algo de cuerpo, la dejé en el sofá y me cogí a Carlos.
En principio me llevaba de la mano, conforme subíamos las escaleras a la zona de los chicos, con mucha prudencia, cautela y atrevimiento, se me iba pegando en cada parada, el roce de su cuerpo desnudo me gustaba: in- o- voluntariamente sus manos se posaban en mis caderas, al retirarlas las dejaba caer tocando mis muslos y cachetes como quien lo hace de forma inconsciente.
Si,si,si, – inconsciente…. De reojo veía su miembro que de estar semi fláccido iba tomando consistencia y volumen.
Sentí un poco de pudor y también temor de como asimilaría José aquello, aunque habíamos  hablado con anterioridad y nos dimos plena libertad, una cosa era el hablarlo, otra muy distinta verlo y que el cuerpo lo admitiera sin celos ni problemas.
Sinceramente, Carlos me atraía, de la estatura de mi marido y con una complexión similar, su carácter afable y educado, unido a su chispa picante en sus insinuaciones, me había despertado un morbo que se transformó en deseo.
Miré hacia atrás buscando la mirada de José y su aprobación, cuando me sorprendí de que Lola y él caminaban entrelazados por la cintura y José dejaba caer su mano en el voluminoso culo de Lola con total complacencia de ambos.
Viendo lo visto me plantee en llegar aquella noche  donde el cuerpo deseara, sin cortedad ni límites, cogí la mano de  Carlos que resbalaba por mis cachas y la coloqué con fuerza en mi cintura al tiempo que me pegaba a él; Carlos se sorprendió de mi reacción y comprendió que tenía el camino libre.
 Estábamos frente a una enorme cama donde varias parejas follaban despiadadamente; una de ellas era atendida por dos chicos y junto a ellos dos chicas con un chico hacían un trio de cine.
Mi sexo se mojó de la visión y Carlos se pegó a mí, con su polla me rozaba mis cachetes, haciéndome sentir sensaciones de deseo y nervios, con disimulo acaricié su polla erecta, evitando ser vista pero trasmitiendo un mensaje de aceptación a Carlos, que lo captó y la apretó entre mis nalgas causándome un fuerte deseo. Abrí mis nalgas deseando sentirla entre ellas.
Lo deseaba y abrazándome por detrás, cogiendo mis tetas, al oído me dijo. ¡Hoy vas a gozar todo lo que quieras…!, y tirando de mí, pegado a mi cuerpo, continuamos por el local.
Después de ver otras estancias seguimos avanzando, ya con caricias y tocamientos más intensos que pusieron mis ardores al límite.
Al fondo del pasillo había una puerta forrada con terciopelo negro, atravesamos la puerta y cortina, entrando en aquel cuarto en la total oscuridad; no se veía nada, nada en absoluto, con cierto recelo me cogí a Carlos,  él me agarró, más para disfrutarme que por sujetarme. Aquel lugar me ponía mucho, pero me causaba nerviosismo y miedo; miedo a lo desconocido y nervios por mis fuertes deseos que ya no podía controlar.
Para mí la situación era totalmente nueva, me pegaba a él buscando su protección, situación que él aprovechaba sobradamente, con caricias muy agradables por las partes más eróticas de mi desnudo cuerpo. Estaba nerviosa pero muy excitada, notaba mis pezones tiesos como puntas de lanzas
La plena oscuridad está presente en mis sueños eróticos y como adivinando mis pensamientos muchas manos se colgaron de mi cuerpo , noté unos labios de mujer besarme el cuello y bajar a mis senos mientras sus manos frías sobaban mi sexo; manos masculinas y femeninas me tocaban el culo, las piernas, mis muslos, mis tetas , todo mi cuerpo fue acariciado, sobado o besado , note varias pollas que se pegaban a mí y a mi vientre , unas de tamaño tremendo, de esas que te llenan totalmente, otras más delgadas, cortas y largas. Yo disfrutaba por primera vez de ser la protagonista de tanto deseo.
Me acordé de Carlos, me había olvidado de él por un instante, pero lo tenía tras de mí, como el jaguar que contempla su presa antes de su gran festín.

Aún queda mucho por relatar y no quiero ser pesada, lo más fuerte de esta vivencia esta por contar, así que  lo hago en la próxima 2ª parte.

Gracias por vuestra paciencia

Luisa


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