EL DESEO OCULTO DE SU MIRADA

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Ese día había salido del trabajo más temprano de lo normal, entonces decidí ir a Once para realizar algunas compras. Luego, me dirigí hacia la estación para tomar el tren y regresar a casa.

Quien frecuenta tomar el tren en hora pico, sabe que la estación de Once, es un hormigueo de gente deambulando de aquí para allá.

Al subir, no encontré asiento y tuve que permanecer parada. De repente, todos se aglutinaron como ganado, al escuchar que la formación estaba por salir y quedé apretada entre esa maza de gente, que se agolparon al cerrarse las puertas del tren.

Yo tenía puesto un pantalón blanco elastizado que marcaba bien mis curvas, junto con una blusa clara, un poco transparente, que resaltaba mis prominentes senos.

Con el tren en marcha, agarro del bolso el celular para responder algunos mensajes. Cuando de pronto, al levantar la mirada, noto que un hombre alto con una boca hermosa y de ojos claros, no deja de observarme. Al principio, me sentí un poco molesta, incómoda. Pero después, empecé a percibir en todo mi cuerpo una sensación que nunca antes había experimentado.

Si bien su mirada penetrante eh histriónica   me hacía poner nerviosa, encontraba en esa situación, cierto sabor mórbido que carcomía mis sentidos.

Vuelvo a meter el celular en el bolso, tratando de disimular con displicencia mi nerviosismo que cada vez era más intenso. Pero él con mucha discreción, se va acercando, hasta colocarse detrás mío.

Ya en Flores, algunas personas bajan presurosas, seguramente con deseos de llegar a sus casas, luego de una larga jornada laboral. Rápidamente, me agarro del pasamanos aprovechando el espacio vacío que dejaron las personas.

A medida que el tren se alejaba poco a poco de la estación, sentía su intensa mirada recorrerme de punta a punta. Mi piel percibía sus infinitos gestos de lujuria, acariciando todo mi cuerpo, haciéndome estremecer.

Si bien la relación con mi pareja, no estaba pasando por un buen momento, no quería dar rinda suelta a mis pasiones. Quería reprimir esa pulsión que me empujaba hacia el mar inagotable de las sensaciones profundas.

Pero era mayor el oculto deseo de su mirada, que me incitaba a sumergirme en el inagotable océano del placer. Podía sentir sus carnosos labios sedientos de mi piel, podía sentir la penetración de sus pensamientos más salvajes en todos mis agujeros, que ya estaban humedecidos de solo pensar.

Casi llegando a Floresta, la formación se detiene de golpe y todos nos chocamos por efecto de la estrepitosa frenada. Pero esta vez, unos brazos fuertes y musculosos me contuvieron para no golpearme contra la baranda.

-Estás bien? Me preguntó con una agradable voz varonil.

-Si, Respondí casi en modo automático.

Aún en sus brazos, su aroma varonil me tenía deliciosamente aturdida. Hacía mucho tiempo que no sentía ese olor a hombre, tan apabullante y tan viril a la vez. Sus manos enormes y fuertes me contenían, pero también enturbiaban mi mente, fantaseando que navegaban por todo mi cuerpo desnudo, recorriendo todos los lugares que el quisiera, hasta poseerme por completa.

Temiendo quedar expuesta por los pensamientos que filtraban mis ojos, me despegué casi bruscamente de sus deliciosas manos. Al hacerlo, la fragancia de su perfume se colgó en mi blusa, adhiriéndose a la superficie de mi piel.

Luego de varios minutos, el tren se pone en marcha nuevamente. Me di vuelta para no mirarlo, pero era casi imposible no sentir el roce de nuestros cuerpos provocado por el leve movimiento del tren.

Poco a poco empecé a sentir el roce de su miembro en mis glúteos. Empecé a sentir un sudor a lujuria correr por mi frente, extendiéndose por todo mi cuerpo. Lo sentía cada vez más grande entre mis dos nalgas. Yo empecé a refregarme sobre su miembro muy despacio para no levantar sospechas.  Lo sentía bien duro al pegarme al el, era delicioso.
El me tomo de la cintura con sus manos, parecíamos una pareja, pero en realidad éramos dos desconocidos.

Al llegar a Morón nos despedimos con un tímido beso en la boca.  Me dijo que, si algún día nos encontrábamos, tomaríamos un par de cervezas…


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