Manali - Leh Road (2)

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Agosto de 1994

El Monasterio de Kardang está situado en la mitad de una montaña justo enfrente de Keilong, al otro lado del río Bhaga. En él residen catorce lamas y trece monjas budistas distribuidos en las diferentes celdas del recinto. Desde aquí se divisa perfectamente el Gepang Goh de 6.053 metros de altitud, elevándose majestuoso como una pirámide blanca que se recorta entre las nubes grises.

Salimos de Keilong en dirección norte hacia el campamento de Jispa Camps. Allí pasamos la noche, en las carpas que se instalan durante el verano como base para hacer trekking por la ruta de Padum, en la región de Zanskar, y luego continuar hacia el Monasterio de Lamayuru o Leh.
Las luces del atardecer proyectan tenues rayos rosados, que tiñen las carpas que antes eran blancas en cónicos puntos de color naranja. Desde nuestra posición se extiende un inmenso valle bañado por el río Bhaga, dos afluentes vierten sus heladas y turbias aguas en este río, el uno viene del norte y el otro del Glacial Gepang Goh. A partir de aquí, la ruta se eleva a más de cuatro mil metros y la vegetación desaparece por completo.

Al amanecer del día siguiente tomamos un fuerte desayuno para afrontar los 4.892 metros del Baralacha Pass. Para Carmen es el peor de todos, a pesar de no ser el más alto que cruzamos. El "soor" o mal de altura, comenzó a manifestarse la noche anterior, pero ahora, y casi a cinco mil metros, los dolores de cabeza y la deficiente circulacion sanguínea son constantes y la única solución posible para evitar esta fatiga general es bajar de altitud. Alrededor del mediodía llegamos a Bharatpurcity. Tenemos la esperanza de encontrar una población, ya que el nombre es indicativo de ciudad, pero la city que nos recibe son dos sencillas carpas a orillas de la carretera y en medio de una llanura inhóspita. La altitud es de 4.500 metros y las placas del asfalto están derretidas por el efecto del sol; esa masa negra se pega a las ruedas y sale disparada en todas direcciones, hasta que nuestros pantalones quedan como la piel de un dálmata.

Al lado de la entrada de una de las carpas hay una moto europea de gran cilindrada. Cuando nos apeamos de nuestra "máquina", sale una pareja de extranjeros del interior de la tienda. Visten chaqueta y pantalón de cuero negro, también botas negras y un equipo enorme a lomos de la moto. Se ponen sus gafas negras, se miran y vuelven a entrar en la tienda riéndose por lo bajo, como si quisieran evidenciar la superioridad de su vehículo. Al no haber interés por un poco de comunicación, entramos en la otra tienda y descansamos mientras sorbemos un delicioso té de canela y cardamomo.

Esa tarde, poco antes de subir el Lacha-lang Pass, de 5.065 metros de altitud, nos encontramos con los road-makers, obreros que hacen y rehacen la carretera año tras año, ya que se rompe todos los inviernos debido a los constantes derrumbes. Las condiciones de trabajo de estas gentes son extremas, pero en el estado de Bihar, su tierra natal, no tienen empleo, así que aprovechan los tres meses de verano para venir a trabajar aquí.
Después de unos kilómetros casi llegando a la cima, nos damos cuenta de que hemos perdido la mochila. Todo el material fotográfico, direcciones y demás objetos personales se han esfumado en algún lugar de la ruta. Retrocedemos durante veinte kilómetros buscando la mochila pérdida, y para nuestra sorpresa, esa gente tan maltratada de Bihar la ha encontrado y nos hacen señas para recuperarla intacta.
Gracias!!!

Aceleramos la marcha a medida que los últimos rayos de sol comienzan a desaparecer tras las montañas. La luz de la moto baila al son de los baches y de vez en cuando, el foco delantero cae y se queda oscilando de un lado a otro, prendido de los cables eléctricos. Un poco más y llegamos a Pang. Las luces aparecen inmediatamente después de una curva y entramos en un campamento situado a orillas de un río, donde hay una docena de carpas. Una mujer se acerca a nosotros y nos ofrece comida y sitio para dormir. El agotamiento es total, lo único que nos apetece es descansar y esperar a que el día siguiente no sea tan duro.

Nos equivocamos. A la mañana siguiente nuestras cabezas aún están embotada y el cuerpo demasiado dolorido. Este campamento se encuentra a 4.630 metros y dormir tan cerca del cielo, cuando uno no está acostumbrado, pasa una factura realmente dura. Decidimos esperar algún Jeep en la ruta a Leh que llevara a Carmen. Todavía falta el paso de montaña más elevado y ella no está en condiciones de seguir en la moto. Sobre las siete de la mañana llega un Jeep y tenemos la suerte de que lleva alguna plaza libre. Enseguida sube Carmen y yo salgo montaña arriba en la misma dirección. Tengo que recorrer doscientos kilómetros, pasando por los llanos de More y subir el Tanglang Pass, para después de haber bajado, entrar en el valle del río Indo a su paso por Ladak.

A lo largo de casi cincuenta kilómetros, la carretera discurre por una llanura desértica llamada More, en donde solo hay tierra seca y piedras; vientos abrasadores que levantan un fino polvo de color rojizo, y el ruido de una moto solitaria deslizándose como si no fuera a ninguna parte. La Naturaleza muestra aquí sus capacidades artísticas creando formas de una belleza increíble con una sola herramienta: la erosión. La poderosa acción del viento, la nieve, el agua, etc, queda reflejada en está exposición tan cambiante como permanente. La Naturaleza crea, mantiene y destruye, asemejando su acción a los atributos de los dioses de la Trinidad hindú: Brahman el Creador, Vishnu el Mantenedor y Shiva el Destructor.

Sube la moto agonizante por una pista llena de piedras como queriendo decir ¡ya basta! Y yo acelero pensando a cada momento que la próxima curva es la última, antes de llegar al techo de la ruta. No es que me encuentre mal, sorprendentemente me he recuperado y estoy disfrutando de este momento, sin embargo para superar este collado de 5.360 metros de altitud, las curvas se multiplican como si no tuvieran fin .
Tanglang Pass. Aquí, en la cima, reza una inscripción diciendo: "You are passing througt second highest pass of the world".
"Estás cruzando por el segundo paso más alto del mundo".

Poco tiempo estoy en este lugar, así que subo de nuevo a la robusta Bullet y enfilo carretera abajo deseoso de alcanzar los valles fluviales del río Indo, que serpentea en dirección oeste por una altitud soportable de tres mil y pocos metros. El viento sopla a mis espaldas aullando entre las paredes basálticas de las gargantas cercanas a la villa de Ramtsé. Las aguas marrones bajan con violencia allí donde el río estrecha su caudal al discurrir entre cañones, pero más adelante se forman pequeños valles plenos de vegetación y el curso de las aguas pierde su ímpetu, dando la impresión de pacificar las tierras que baña. De esta forma se entra en el valle del Indo; las montañas se abren y a sus pies se extienden las parcelas de cultivos de color verde y amarillo.

Es el final de la ruta. Así es la carretera de Manali a Leh, una experiencia única por lugares propicios para la aventura,donde la sorpresa aguarda en cada rincón de esta inmensidad.

 


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