Si tuviera que definir cada situación crítica del mundo, comenzaría por lo más plausible. En este caso, hablare súbitamente de los medios de comunicación, pues parecen, estos últimos, esforzarse por la decadencia televisiva que ellos mimos provocan. Se aferran a tales actos de decadencia cinematográfica y seudo-comercial, que solo basta con acercarse unos cuantos centímetros al televisor para sentir el putrefacto hedor que se produce.
Piensan que la gracia viene de la mano de los chismes sobre la farándula. Mantienen a diestra y siniestra una composición constante, un producto claramente intoxicante, pero para nada atractivo. Conforman la penúltima capa de un infierno ascendente, pues parece que incluso la mierda sale a flote cuando se habla de programas ficticios. No les basta con hacernos dudar de la economía, de lo mal que va la sociedad actual. No les basta ni se conforman con hacernos reflexionar sobre lo ocurrido décadas atrás. Al contrario, mientras, felices y contentos, disfrutan de sus íntegros sueldos, aquellos que trabajan la tierra y mantienen jornadas completas ven en la indecencia la hambruna y la guerra.
El conflicto social más humano, son los medios de comunicación, ahora en peligro de extinción. Y esperemos que así sea, por el bien de quienes aún, leen buenos libros.
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