La Cautiva (la torre de la cautiva año 1481 a 1490, siglo XV)

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LA CAUTIVA

La torre de la cautiva año 1481 a 1490 (siglo XV)

Parece que fue ayer cuando tus manos rodeaban mi cuerpo. Yo paseaba por la torre, recordando y anhelado mi casa. De repente te acercaste a mí, poniendo una mano debajo de mi túnica, con aquella voz tan duce, yo estaba con fusa y nerviosa, jamás me había vestido a sin, mis ropas eran otras, con una edad tan temprana, que jamás me hubiera imaginado lo que al trascurso de los días venideros me esperaba. Yo echada en mi cama, ya hacia dormida, al sentir que una mano recorría mi cuerpo, empezó por mis tobillos hacia arriba, recorriendo mis nalgas, con los dedos acariciaba mis genitales, el ombligo, mi vientre, mis pechos, parándose a jugar con los pezones, mis labios. Sin darme cuenta me habías despojado de mis prendas más íntimas. Estando los dos desnudos cogiste mi mano poniéndola en tu pecho al mismo instante que tú pusiste la tuya en el mío.  Los latidos eran tan intensos, respirando con velocidad, lo único que tenía en mente era tocarte, acariciarte, sentirte dentro de mí, donde los dos fuéramos uno. Mirándome a los ojos me preguntaste ¿te apetece tocarme? yo pura e inocente a mis 17 años, fuera de mi casa, prometida con el rico del pueblo, jamás había conocido varón alguno. Cogiendo mi mano, poniéndola en sus muslos fue dirigiendo hacia sus partes más íntimas, como vio que puse cara de espanto me dijo, tranquila sé que eres pura y jamás has sido desposada, no tengas miedo.  Abriendo mis piernas y el bajando hacia los genitales, empezó a besarlos, con la lengua hacia círculos introduciéndola dentro, la introducía y la sacaba, al mismo tiempo, sus dedos acariciaban el clítoris.  Mi cuerpo empezó a notar un hormigueo jamás notado antes, quería más, más. Sacando su lengua e introduciendo sus dedos al mismo tiempo que iba besando desde los genitales, parando en el ombligo, subiendo y parando en los pechos, con pequeños mordiscos en los pezones, acariciándolos y apretándolos alrededor, mientras seguía moviendo el dedo introducido en los genitales. Preguntándome ¿tienes miedo? confía en mí. Sacando su dedo, poniendo sus manos en el cuerpo desnudo, de un giro le dio la vuelta poniéndolo boca bajo y diciendo, si te hago  daño dímelo iré más despacio. Empezó acariciar   la espalda, besándola, de arriba abajo, de abajo arriba, muslos, ingles, con las manos inclino un poco el trasero y levantándolo un poco, separando la zona carnosa del trasero, empezó a pasar la lengua, a apretar suavemente el trasero, apretando los pechos, sintiendo como poco a poco algo entraba. Quise apartarme, alejarme.  Al mismo tiempo mi cuerpo explotaba, pensando si te apartas, si lo alejas volverás a ser otra vez cautiva, esclava, torturada o vendida. Cerrando los ojos se dejó llevar, pensando que si aquello era lo que le esperaba podía soportarlo. El jadeaba, se notaba que disfrutaba y viendo que no lo apartaba, inclinándose sacando lo que había introducido en el trasero, se puso delante de pie, mirando a los ojos y poniendo su mano en la cabeza fue bajándola sin apartase los ojos uno del otro, él le brillaba, ella un sinfín de sensaciones nuevas, placer, ignorancia, miedo queriendo llorar, queriendo explotar ese sentimiento que su cuerpo sentía y no sabía cómo expulsarlo, tan solo temblaba cada vez que el la tocaba. Llegando su boca a la altura de sus genitales, acercándola a su pene le dijo abre y bésalo, acarícialo y juega con él. Cogiéndolo con la mano pensó hare lo mismo que el, cerrando los ojos ella lo beso, introduciéndolo en su boca y haciendo movimientos de dentro fuera, fuera dentro. Pensó con mis manos acariciare la entrepierna, los testículos. El guiándola pensó si le digo donde tengo placer, no tendré pudor cada vez que nos toquemos, haciéndolo a sin separando la cabeza de su pene y cogiendo sus testículos le dijo, ahora cómelo y acarícialo con tu boca, ella lo miro, pero era tal la agitación sentida por los dos que ya no le importo. Sin darse cuenta estaba pasándole la lengua, pene testículos, escroto, ano, pero ya no podía parar. Él estaba gimiendo de placer, ella quería hacerle más cosas, a sin que, poniéndole su mano en el cuello, inclinándolo un poco hacia abajo y separándole sus zonas carnosas le introdujo su lengua en el ano al mismo tiempo que intento introducirle poco a poco la yema de sus finos y delgados dedos, al tiempo que él se retorcía de placer, pensando que jamás le habían hecho aquello, pero tampoco podía parar, era tal la magnitud de la lujuria vivida entre los dos que lloraban de placer. Retorcido y aullando de lujuria, no sabía dónde cogerse, tenía sensación de desmallo solo decía, off, off, offff, y sin darse cuenta a punto de tocar las estrellas con la mano, le dio la vuelta y sentándola encima de él, fue penetrándola hasta tal punto que terminaron los dos cogidos de las manos, entre lazando los dedos, sudorosos y besándose hasta lo más alto, quedando los dos desmallados cubiertos de sudor mezclado con el flujo del placer.


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