Sin editar.

La inventó con lujo de detalles. La trajo de la mano medio desnuda hasta la cama y la hizo besarle el cuerpo entero muy despacio. Doblegado por el placer de sentirla entre sus piernas, la miró a los ojos hasta no sentirse la piel q le había robado al tiempo. Al día siguiente, se levantó y tomó una ducha, como de costumbre antes de sentarse a escribir. Frente al espejo, con una toalla blanca amarrada a la cintura y aún mojado, miró a la cama y la vio sentada allí sin editar y sin ninguna intención de dejarse borrar el alma.

Virmared

Cuentos con Aroma de Mujer