Estoy en una cola. Pero no sé porqué. Me encuentro en un lugar petado de miles de personas que hacen cola. No sé si es para el pan, para el médico, algún papel necesario para seguir sobreviviendo. No sé (...)
Al final, allá a lo lejos, a muchos kilómetros veo la entrada, o lo que sea a donde vamos. Luminosa, blanca. Miro a mi alrededor y solo veo gente, ningún edificio, solo oscuridad y luz al final de la cola.
Pregunto, pero ni dios me hace caso. La cola avanza y la peña está a la espectativa mirando fijamente hacia adelante. Insisto con algún individuo, pero no me miran. Observo sus caras y noto una vibración que me impide fijar la vista. Se parecen a las imágenes de un sueño. Intento recordar de donde vengo. No lo logro. Aunque lo más probable es que sea un sueño. Recuerdo las prácticas del soñar lúcido.
¿Será que estoy metido en un bucle onírico?
Me doy cuenta de que algunos pueden mirar a todas partes, como yo. Quizás estos también están en la lucidez. Intento llamar a alguno pero no tengo voz. Alzo los brazos y alguien me contesta con los brazos también. Está más adelante como a treinta metros. Voy hacia allí y todas las miradas que estaban perdidas se fijan en mí de tal manera que me entra pánico. Me quedo quieto y vuelvo a mi sitio.
Las miradas vuelven a perderse en el ensimismamiento, como si ya todo estuviera en orden. Si intento volver hacia atrás ocurre lo mismo. Así que tengo que guardar cola hasta el final.
Pero intento de nuevo colarme hacia adelante, recibo una ostia en la cara pero no veo al agresor. Duele.
Ufff!!! Es como una descarga de corriente eléctrica.
No se que hacer, llevo aquí una eternidad, o eso parece, ya que no hay manera de medir el tiempo. Sólo pasito a pasito hacia la luz.
De repente alguien me toca el hombro por detrás y me entra un escalofrío tembloroso, que me hace pensar en otra ostia. No es así, el que está detrás me susurra, pero no entiendo nada.
Vuelve a susurrar de nuevo y parece que habla en francés. Dice algo relacionado con el cuerpo energético, que nuestro nivel de batería está muy bajo y que vamos a entrar en la luz para recargarnos, para salir de nuevo a la vida.
- Escucha - dije:
- ¿Recuerdas de dónde vienes? -
El personaje me mira atentamente y entre balbuceos, vuelve con el rollo del cuerpo energético. Evidentemente no sabe nada. Seguimos andando y la luz aumenta de tamaño e intensidad. Noto como algunos brillan más que otros.
También escucho un barullo de voces que aumentan a medida que nos acercamos. Parece que todas las lenguas están presentes. Busco la mia con atención y entonces me doy cuenta de donde vengo.
La guerra, muchos muertos, millones. Yo entre las víctimas.
¡Ya sé donde estoy!
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