MIS PRIMERAS EXPLORACIONES SEXUALES

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Hola, permítanme presentarme: mi nombre es Carelia Arcadievna, nací en 1.987, mido un metro con 73 centímetros y mi peso es de 67 kilos, y vivo sola en mi casa. Ahora me dispongo a compartir con ustedes la descripción de algunos aconteceres de mi vida, relacionados con mi sexualidad y el ejercicio del sexo.

Me he estado masturbando desde que era muy chica. Cuando recién había comenzado a desarrollarme, ya me masturbaba; me sentía realmente culpable de lo que hacía; pero averigüé lo que estaba haciendo, y todas las chicas de mi clase lo hacían. La primera vez que esto comenzó fue cuando me quedé a dormir en la casa de la amiga "más experimentada", dos años mayor que yo; fue cuando comencé a masturbarme regularmente. Era de noche tarde y estábamos mirando una película para adultos, y recuerdo que me excité. Cuanto más intensas eran las escenas, más se humedecían mi bombacha y más erectos se ponían mis pezones. Mi amiga me preguntó si alguna vez antes había hecho eso y dije "no" y quiso mostrarme cómo se hacía.

Recuerdo estando sentada allí contemplándolo un minuto y después que ella prometió no decir nada y yo lo mismo, comenzamos. Empezamos besándonos al principio y comenzamos a tocarnos los senos. Ella bajó sus manos y levantó mi ropa de dormir. Me acosté y comenzó a sacarme mis calzones, que en este punto ya estaban mojados, y simplemente se zambulló.

Mientras ella hacía esto comenzó a hablar sobre mi clítoris y qué grande era y todo; no tenía idea de lo que estaba diciendo, pero me mostró dónde estaba el mío y qué hacer. Sólo recuerdo estar acostada ahí y excitándome tanto. Esa noche no había tenido un orgasmo, pero cuando ella se fue a la cama, encontré a mi pequeño amigo nuevamente. Desde esa noche, siempre lo he frotado al menos una vez por día.

Un año más tarde hicimos algo para sentir peligro y agregarle suspenso: nos quedamos levantadas toda la noche y al romper el alba nos acostamos sobre el viejo pasto de mi casa y nos masturbamos.

Cuando tenía algo más de edad había muchas amigas a quedarse a dormir en nuestra casa paterna y nos atrevíamos a salir desnudas al césped del frente de la casa; e intentábamos alcanzar el orgasmo, estando en la casa de mi amiga.

Siempre estuve interesada en el sexo desde que era muy joven. Estoy caliente (excitada) todo el tiempo, y amo acabar. En casa paterna, me gustaba sentarme en el borde del sofá en el sótano, donde nunca iba nadie, y me inclinaba hacia adelante y adhería mi mano a mi vulva. Entonces, encendía mis canciones favoritas que me calentaban mucho. Me humedecía toda y comenzaba frotando mi clítoris con mi dedo índice y los dedos medios de mi mano derecha mientras movía mi pelvis en círculos; entonces, mi ano frotaba contra el borde del sofá, ¡que me hace querer follar! Usualmente acababa en unos 3 a 4 minutos, y me gustaba orinarme allí un poquito antes y mientras estaba acabando.

Mi momento más vergonzante fue cuando mi mamá me sorprendió desnuda de la cintura para abajo sobre el sillón, ya que lo encontraba mejor con contacto directo. La sensación fue pasmosa. Me preguntó qué estaba haciendo y no supe qué decir. Sólo dejé mi ropa en el piso y corrí hacia mi cuarto. Más tarde me dijo que no había problema y que era normal. La recuerdo a mamá diciéndome que me asegurara que mi hermano y mi padre no me vieran haciéndolo. Me dijo que no entendían cómo siente una chica. Yo estaba completamente avergonzada y me quería morir.

En otra ocasión, recuerdo haberme masturbado discretamente una vez sentada ante la mesa del comedor, a la hora de la cena, y mi familia me miraba de forma extraña. ¡Debo haberme visto un poco distraída! Por esa época, había tomado la costumbre de complacerme en la ducha, al atardecer, y creo que nunca estuve tan limpia como por entonces. Tenía varias técnicas, no decidiéndome especialmente por ninguna en particular, pero eso creo que será materia de otros muchos textos, por lo que no abundaré en detalles aquí, dado que este se trata de un escrito más bien general. Un tiempo después, tomé el hábito de encerrarme en mi alcoba a la hora de masturbarme, y hasta el día de hoy mi familia debe estar preguntándose por qué me gustaba tanto la privacidad.

Cuando recién había descubierto la masturbación, mamá y papá me descubrieron algunas veces, por falta de cuidado de mi parte, y al principio me dijeron que dejara de hacerlo, y que era malo. Por supuesto, desobedecí, como es natural en mí. Pero después, cuando me sorprendieron de nuevo, papá comenzó a pegarme en la cola con un cinturón. Por descontado, continué haciéndolo, sólo que con más precaución; entonces, nunca volví a ser sorprendida.

He decidido que cuando tenga hijos, no los castigaré si los sorprendo masturbándose. En tanto lo hagan en privado, es asunto suyo. Siento eso porque mi papá me pegó tanto por esto; es por esto que ahora tengo una relación bastante mala con él. Hace años que no le hablo más.

Y desde estas simples páginas, me atrevo a pedirles que no regañen a sus hijos por el mal comportamiento que puedan descubrir en ellos; quizá lo hacen sin maldad auténtica, o porque piensan de otra manera que ustedes. Quizá el error no esté en ellos como hijos, sino en ustedes como padres. Intenten dialogar en familia, e indagar las primeras causas de desavenencias familiares, y podrán ver cómo se enriquece la relación familiar. La vida parecerá simplificarse por sí misma para todos.

Cambia tu corazón, y mira alrededor tuyo; te sorprenderá el cambio.

Me llevó mucho tiempo sobreponerme a lo que me ocurrió con mi padre, la experiencia fue terrorífica a nivel emocional y mental. Lo que sucedió no fue culpa mía, no hice nada mal, y sin embargo aquello ocurrió bajo circunstancias terroríficas. Sé que mi vida cambió para siempre después de esa experiencia. Había perdido mi inocencia irreversiblemente, ante lo que es el carácter de mi padre. Vi al mundo de otros colores después de eso.

No le permití a mi padre seguir ejerciendo el poder y control sobre mi vida una vez que fui suficientemente grande. Se me robó mi inocencia, eso es todo lo que voy a permitir que se lleve de mí.


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