El Club del Metro (1era pte)

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El tiempo transcurría tan despacio en el salón, en la clase de Biología, con la Maestra Lacy Smith. Los alumnos en grupos de dos se preparaban para comenzar un proyecto en el cual cada grupo disecará una rana de charco. Andressa y Yo nos poníamos los guantes de látex cuando un estudiante pasaba por las mesas de los diferentes grupos; a cada uno le entregaba una rana muerta. Al ver el asqueroso reptil, mi compañera no pudo evitar llevar su mano a la boca para taparla; sin duda era mucho el asco que estaba sintiendo, al ver la piel babosa de la verde criatura.

        _Xavi, ¿Tu crees que yo voy a poder poner mis manos en esto?_ preguntó mi amiga horripilada.

        _Hey! Mira lo que te puedo decir es que primero hay que abrir sus patas y clavarlas en esta tabla con unos alfileres.

        La mirada de Andressa mostraba una gran apatía por el reptil; sus muecas eran de total disgusto, mientras yo colocaba la rana boca-arriba en la tabla.

        _Me puedes pasar unos cuantos alfileres,_ le dije.

        Ella los agarró con la punta de sus dedos y sin decirme nada y ni siquiera mirarme me los entregó.

        Clavé las zancas en la tabla y la rana permaneció ahí tan inerte y silenciosa que me hizo pensar que de pronto saltaría de su tal crucifixión y comenzaría a saltar por todo el salón. Andressa, ya con sus guantes puestos comenzó a perder el miedo y de pronto desliza sus dedos por la pansa del reptil, pero se sacude al sentir su textura media mojada y blanda.

        En el salón se pueden ver varios posters referentes a la materia de Biología. Arriba del pizarrón se observa un poster de un cohete en vuelo; en la pared izquierda hay otras imágenes también, como diferentes plantas, animales, bacterias, etc. Pero lo que más me llama la atención siempre que estoy en clase, son los pequeños aviones de cartón, hechos en mini-replica a los de la fuerza aérea y que están colgados con hilos de colgaduras en la parte trasera del aula. Son de diferentes modelos todos ellos. La verdad esta clase es sin duda una de mis favoritas junto con la de Historia; las dos son muy interesantes.

         La Maestra daba las instrucciones correspondientes para empezar la disecación:

         “Aquí tenemos un bonito animal. Todos ustedes aprenderán como se lleva a-cabo el proceso para disecar esta pobre cosita.”

         Las caras anonadadas de los estudiantes parecían de haber visto un espantoso episodio de Amanecer, la última película de la saga Crepúsculo.

        Al parecer se utilizaran algunos líquidos, pero lo más aterrador es que con un bisturí tendré que abrir cuidadosamente la pansa del animal.

        _¿La quieres Abrir tu? Le pregunté a mi compañera.

        _No! mejor hazlo tú, yo te miro.

        Entonces agarre el bisturí y lo deslicé de arriba-abajo, abriendo el pequeño cuerpo. Andressa al ver voltea la mirada y sale del salón asqueada y gargareando; junto con ella otras dos alumnas sufrieron el mismo percance. Los demás alumnos no pudimos evitar reírnos a-carcajadas al ver a las jovencitas correr hacia el exterior. Yo continué con la rana hasta que la terminé de abrir. De hecho fui el primero en hacerlo. Pedí permiso a la Maestra para salir, y cuando abro la puerta allí estaban ellas, sentadas juntas, en una especie de trance, con la mirada fija en algo lejano, como si el espíritu de la rana anduviese rondando. Sonreí al verlas y sin decir nada prosigo hacia el baño.


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